Tarde
Realmente, no vi a Leandro… fueron sus ojos.
Había asistido a esa escuela de un barrio marginal de la mano de la directora. Ella me presentó a sus alumnos de letras… me lo presentó a él.
Esos dos pozos negros me atraparon, succionaron; me sentí un animal pequeño hipnotizado por una gran serpiente. Pude reaccionar luego de una profunda inspiración pero, aun así, su mirada siguió quemándome por dentro.
Junto a la directora, cumplimos el objetivo de leer textos y escuchar los de los alumnos. El poema que leyó Leandro no correspondía a un chico de catorce años, era el de un hombre de cuarenta que ha vuelto de transitar las tumbas de todos los sueños y esperanzas. Me impresionó. Se lo dije. Él tomó mis manos y me dijo que quería ser poeta…
Mientras caminábamos hacia la salida, la directora me fue dando pequeños datos sobre su vida: padre abusivo, madre de dudosa conducta, droga, calle, prostitución… Ambas queríamos salvar a esos pequeños seres y buscábamos en los textos una herramienta, en el afecto una esperanza…
Lo olvidé. Tiempo, ocupaciones, distancia… Imperdonable. La vida no te permite hacer todo y una es más egoísta de lo que cree…
Ahora, después de diez años, son sus ojos, tan negros, tan profundos, los que me recriminan detrás de la pistola. Posiblemente es sólo mi culpa, debí hacer algo… sólo grito su nombre y veo el fogonazo antes que se me apague la luz.
Blanca Salcedo
Formosa, Argentina
Contundente y sucinto; ¿qué mejor combinación?
ResponderEliminarTremendo. Sutil y violento. Gracias Blanca.
ResponderEliminarMuchas gracias a ambos por vuestra lectura y comentarios.
ResponderEliminarMi abrazo
“La duda es el comienzo de la sabiduría” Sòcrates.
ResponderEliminarMuchas veces nos encontramos en situaciones como esta; en las escuelas; hospitales, Hogares de menores; cárceles; calles…y siempre tratamos de que aquello que nos ha impactado no solo por la mirada sino por su conducta; presencia; gestos o déficit; tratemos de ayudar, de alguna forma. Nuestras actividades nos alejan de esos lugares y no es que olvidemos, sino que perdemos contactos y después de años, al volver a encontrarlos ya son los mismos; son otra persona. Tal vez, podríamos haber modificado su vida de alguna forma y no, en la que actualmente se encuentra ya en la parte delictiva. Nunca se sabrá. Son hechos consumados, pero no debemos echarnos culpas, sino oportunidades, que perdimos, pero no la responsabilidad de esa mutación. Siempre nos quedará la duda pero también la sabiduría para otros hechos
Felicitaciones Blanca.
Muchas gracias por tu lectura y tus conceptos, Gustavo.
EliminarMi abrazo y mis mejores deseos