jueves, 17 de agosto de 2023

Amelia Arellano

Recuérdame cómo era 

Recuérdame cómo era, amor. 
Antes del barro compartido. 
Cómo era, lo que ya no soy. 
Cómo era lo que sigo siendo. 
La que acercaba su voz de hierba a tu silencio. 
Pigmalión no ha encontrado a Galatea. 
La estatuilla yace fragmentada. Ya no está. 
Tampoco está el hombre de los ojos tristes. 
El amor ha pasado como pasa la infancia. 
El viento, los naufragios, el temblor de los astros. 
Ha callado el crepitar sonoro del brocal de greda. 
Me han llamado otras voces, otros viajes. 
Me he entregado y he sido prisionera. 
Errante, amante, prisionera. 
He elegido la voz que no me llama. 
Se me ha dado lo que se me ha quitado. 
Más, lo que se me ha quitado es lo que se me ha dado. 
Tierra se me ha quitado. Tierra se me ha dado. 
Y aquí me tienes, de vuelta, amor.
Fatigado corazón de tierra, aún palpitante. 


Esa mujer 

Esa mujer es mía. 
Absoluta. Totalmente mía. 
Jugamos a las escondidas. 
Ella siempre me encuentra. Yo, a veces no. 
Tiene una cueva de cristal de murano. 
Solo Alí Babá entra. 

Conozco sus disfraces más secretos. 
Sus horas más tardías. Sus íconos de cera. 
He llegado a la profundidad de sus marmitas. 
He rescatado sus muertos más amados. Sus maromas. 
Los caminos. Las rondas y las cruces. Las amo. 
Conozco los pecados veniales de sus pechos. 
Sus termitas. Sus adormideras. 
La he leído letra a letra a letra, al revés y al derecho. 
Encontré palabras que solo yo conozco. 
He andado y desandado las profundidades de su boca. 
He batallado fieramente con sus impiedades. 
Me ha aturdido el concierto de cigarras en su vientre. 
He llorado sobre su hambre madre. 
Tatuadas mis serpientes en sus brazos. 
Obsesivamente. Hemos luchado cuerpo a cuerpo. 
Conozco sus empalmes y sus bardas. 
Sus axilas dolientes. La tristeza entre los dedos de sus pies. 

A veces, en las noches, me quedo despierta hasta el alba. 
Miro sus sueños agazapados entre los leños. 
Los miedos de sus miedos. Roedores hambrientos. 
La he acompañado en sus entierros y resurrecciones 
En la violencia de sus fuegos fatuos. 
Las normas tiritan de pasión. Bengalas. 

Me he dado tan profundamente a esa mujer tan mía. 
Se me ha dado tanto. 
Ya no quedan arterías que no haya recorrido. 
Todo me ha permitido. 
Menos acceder a su calvario. A su altar. A su sagrario. 


Dunas 

Estás parado en un universo hecho de piedra y dunas. 
Nadie ha de salvarte. 
Ni la agonía del polen, ni el parto de la rosa. 
Ni las huellas en las ardientes colinas. 
Ni la saciedad, ni el hambre. 
Ni las ramas que brotan de tus ojos. 
Ni los anillos de lluvia. 
Ni lo negado, ni lo dado. 
Ni la pupila cerrada del Bautista. 
Ni la espada, suspendida, de Damocles. 
Ni el oro de Siddartha, ni la plata de la traición abrazo. 
Ni Lancelot, ni Gilgamesh. ni el caballo de Troya. 
Nada habrá de salvarte. 
Acaso los salmos de la historia 
Que no has de conocer, hoy. Tal vez, nunca. 


Textos tomados de las páginas: 
Amelia Arellano 
San Luis, Argentina

7 comentarios:

  1. Hace muchos años que conozco a Amelia Arellano, y siempre he considerado su poesía de un gusto exquisito, cuajada de metáforas y finamente cantada, un gusto de volver a leerle.

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  2. Grande poeta amiga. un placer encontrarse con su poesía

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  3. GRACIAS queridos amigos. Gracias amorosa Analía!!!!!

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    1. Muchas gracias a ti, querida Amelia, siempre un placer publicar tus poemas.
      Mi abrazo y mis mejores deseos

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  4. Una poesía intensa y destellante, un universo bullente que se abre en significados hondamente humanos y armonías incesantes. Los códigos, fulgores y secretos de la poesía de siempre están muy vivos en la poesía de la poeta puntans Amelia Arellano. Con saludos y afectos🌿, Eduardo Dalter

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    1. Gracias siempre Eduardo Dalter. Abrazo!!!

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  5. Frans, Julio, Eduardo:
    Muchas gracias por vuestra lectura.
    Mi abrazo y mis mejores deseos

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