jueves, 17 de noviembre de 2022

Sergio Borao Llop

Como lágrimas en la lluvia 

Vine a gritar y me pobló el silencio. 
Del son, sólo fantasmas nuestras voces. 

Pues todas las palabras: 
las que un día cantamos, 
aquellas que callamos, 
las que nunca debimos haber dicho, 
también las que escuchamos, 
pensamos inventamos escribimos, 
las que en algún otoño nos dañaron 
y las que despertaron un lánguido suspiro,
las que pintaron una sonrisa en nuestros labios 
y las que no dejaron ningún poso en nuestro espíritu; 
y aun éstas que ahora escribo, 
éstas que acaso estás leyendo, 
también se perderán en los pliegues del tiempo. 

Sólo seremos ecos, 
provisionales ecos rebotando 
hacia un sol extinguido. 


El lago 

He vuelto a ver el lago 
Después de tantos años no parece ya el mismo 
aunque su forma exacta pueda ser la de entonces 
y en la isla del centro perennes permanezcan
aquellos siete pinos, aquellos cuatro bancos, 
testigos silenciosos de nuestra adolescencia. 

He vuelto a ver el lago. También la pasarela, 
las aguas estancadas, el césped, el paseo... 
Todo igual y distinto. 

Mas nada nuevo adorna este paisaje. 

Tan solo son mis ojos, ayer quizá inocentes, 
esperanzados, vírgenes... Hoy demasiado viejos. 


Dos poemas anteriores, del libro del autor: Por si mañana no amanece 

                * * * 

A veces se oyen voces 

Gravedad del desorden que forman las palabras 
incoherentemente pronunciadas, como un cáliz 
rajado, seco, infame, con los bordes manchados…
 
Tenebrosa la noche que nos viola 
con sus destellos deslumbrantes, con su ruido, 
con la risa imprudente de los cuerdos, 
con el brillo en los ojos del amante; 
la noche cuyo vino adolescente nos embriaga, 
la noche dominante y entreabierta… 

A veces se oyen voces 
en la pública quietud de las esquinas, 
en la tibia intimidad de los zaguanes. 

Mas el silencio siempre vuelve 
como un amo cruel, tenaz, inagotable… 


Tomamos la palabra 

Tomamos la palabra y la forjamos. 

Moldeamos sus sílabas 
tratando de inculcarles un sentido. 

Inventamos ritmos, pieles
con que abrigar las letras indefensas. 

Tomamos la palabra y la esgrimimos, 
la escribimos, diseñamos, pronunciamos, 
la gritamos, la lanzamos al oído 
de quien escucha o lee, la vestimos 
con ropajes vistosos, exotismos 
de tahúr avezado, inconmovible. 

(Nuevos significados se le imputan 
en lecturas y escuchas sucesivas
a cada línea estrecha y perfumada)

Pero a traición actúa la palabra, 
borrando de su rostro maquillajes 
y carmines y afeites literarios, 
despojando su cuerpo de exuberancias falsas 
y arrojando al olvido vestidos arrogantes. 

                          Solo quedan entonces 
                          en la noche danzando 
                          desnudas 
                                 las palabras. 


Últimos dos poemas, del libro del autor: Extrañamientos y rescates 
Sergio Borao Llop 
Zaragoza, España 

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