Tan distante del pueblo y del oleaje manso.
Tan espesa la bruma, sitiando tejados adormecidos.
Tan lejano y tan cercano, aquellas rutinas diarias.
Donde me alejo y aproximo, en un ir y venir.
Mis brazos son alas, convertidas en remos,
con aleteo decoroso.
Puedo navegar a distancias de playas
bañadas de sal, con arenas de memorias
tibias desiertas y brillantes
Y un recuerdo cercano
Halago de un sol naciente.
En este mar tan desolado…
que respira eternidad,
mientras un hálito suave de vida,
se mezcla en brisas curiosas.
Supervivencia excedida y generosa.
Remo reclamando al espejuelo engreído,
un pequeño espacio para esta inmensidad cautelosa
Solo deseo un pequeño lugar en el mundo,
como aquellas luciérnagas vagando en el infinito,
mientras cientos de palmípedas retozan en el aire,
despeñándose con sorpresa y desparpajo,
en sorpresivas picadas… punzando el mar,
para luego elevarse en glorioso y triunfante vuelo
con su presa desorientada.
Al fondo, una alborada ilumina
escasas pizarras pueblerinas,
un naranja encendido va perdiendo fulgor,
incendiada lentamente por el sol naciente.
Las noches… han quedado relegadas
a secretos postergados entre sombras alejadas.
Huérfano habitante,
extraña el silencio.
Mientras el día intimida con filoso despertar
los ojos marinos, en la soledad de sus barcas,
zarandeadas por oleajes, que mecen chalupas
desteñidas de años.
Ellos. Los hombres del agua
despliegan sus redes, abriéndolas en
inmensas telarañas aladas,
como si fuesen cientos de brazos elevados al infinito,
buscando la captura diaria de peces,
que inocentemente, por curiosidad de la madrugada,
caen dócilmente en su lecho, para ser homenajeados
en el suelo de la barca
y adjudicados en la costa, al retiro diario…
Por eso rema y rema, sin redes,
solo con poesías, que deben una explicación al infinito,
y un agraciado retiro, para descubrir errores cometidos
y embellecer más aún la vida.
Dejará de remar tal vez,
cuando su humildad despojada regrese
recuperado del azote de esta gran quietud,
donde germinan poemas, ofrecidos
a la generosidad y grandezas ajenas.
2021
Aun…
Cuando estés ausente
habitarás esa comarca de privilegio
Nadie sabe cuánta es la distancia
ni cuántas nubes te acompañan hoy
O ayer. O mañana.
En esos trayectos silenciosos
nadie lo sabe. “Es el secreto”.
Pero indiscretamente,
la distancia se fragmenta…
¿Será que el espacio es un mar?
¿O una larga planicie infinita?
Nadie lo sabe, pero
como un ardid envuelto en seda
Un lazo de reminiscencias indemnes
hacen despertar alboradas
Y allí estás…
Con un gesto premiado de pudor
y la pureza de tus palabras
Aun cuando estés ausente.
Gustavo Vaca Narvaja
Neuquén, Argentina
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