viernes, 17 de julio de 2020

Javier Cabrera

Para espantar la congoja
[Recitados contra la pandemia]

Ella es...
A la poeta Berbel, mi amiga.
Empecinada cuidadora de vidas. 

A ella le advirtieron muy de mañana:
–Estamos de nuevo en guerra. ¡Te cuidas!
Tú, dadora afectada de por vidas,
quédate en casa atenta a la ventana.

Sólo esa tarea y rogarte: ¡Aguanta!
Vuelves al frente estimada. ¡Vigila!
Te sabremos así en primera fila…
Tente lúcida, pero arriesga: ¡Canta!

Y ella, a cal y canto se parapeta.
De la cal sustrae el molido casco
de papá, del abuelo el sable rancio.
           
Para el canto inmemorial se pertrecha
de himnos cuajados en las largas marchas.
Y ya, universal, se hace a la esperanza.

1-5, abril, 2020 [a 20 días del confinamiento]


Plazas del mundo

Todas las plazas del mundo   dejadas
al albur de sus dioses   ¡tan solitarias!
andan desangeladas clamando corazones
que palpiten de nuevo a su sombra
Latidos de seres que las transiten o sin más
y aunque sepa a tan poco  las atraviesen 
para sentir de cerca el pálpito de lo humano:
Juegos de niños -sus desordenadas risas /
sus griteríos alocados- que las perturben
O susurros amantes musitados sobre labios
rendidos  para saberse vividas con ellos

Por las noches las plazas padecen de insomnio
-gélidos sus bancos / sus parterres desaliñados-
y tiritan siempre alerta  desaladas  en espera
de algún ser extraviado  de algún loco
o incluso un desalmado  a los que dar abrigo:
de todos necesitan presencia
para así saberse necesarias

Sólo a veces -presienten que tan pocas
pero cuánto lo agradecen- reciben la visita
fugaz de algún jardinero que presuroso
y solitario  aun de madrugada  retoca
un manojo desajustado o colorea una sombra
desflecada y como niebla se esfuma en el alba
O quizá un barrendero que apenas airea
su largo escobillón por entre las losetas
y de puntillas  ya en el ocaso  recolecta el crujir
de la hojarasca como quien reza por lo bajo
seguro que con temor a quebrar sus letargos

Las plazas del mundo  todas  adivinan
que algo extraño pasa   y aunque se apuran
hincando al cielo sus copas más frondosas 
alargando a lo profundo sus portentosas raíces
nada les da noticias de que un nuevo enemigo
camuflado e ineludible  todas las mañanas
sale a atrapar almas que expiren hacia adentro  

Entre ellas se llaman  concitan a las palomas
y de los pájaros reclaman  pero de ninguno
logra  a vuelo incierto  desvelar nada y llevan
mal -ya sin florecer en ellas- saberse tan vacías 

25-27, abril, 2020 [a 40 días del confinamiento]


Javier Cabrera
Islas Canarias, España

4 comentarios:

  1. Absolutamente actuales, estos poemas devienen históricos para la posteridad.
    Agradezco su difusión.

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  2. Literalmemnte una guerra donde el único refugio es el propio techo y los colaterales del silencio en las ciudades, en las plazas y jardines, donde los únicos permitidos son los pájaros y su canto. Ellos entonan el día y nos avisan que estamos vivos. Imposible decirlo mejor que estos dos poemas inmensos, reflejos del hoy y hasta no sabremos cuándo o si en verdad finalizará este desencuentro con un enemigo invisible. Felicitaciones Javier por la contundencia de tus poemas y gracias Anita por publicarlos. Abrazo grande a los dos

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