lunes, 14 de octubre de 2019

Miguel Ángel Oviedo Álvarez


Anoche

florecieron cinco rosas
en la isla verde
de nuestro patio.

Respiro el aire liviano
que viene del Famatina
y encuentro

las cinco llamaradas abiertas
como dedos en plegaria

aún están húmedas
bajan por los pétalos
las gotas del rocío.


Vida

soy tu pasajero
en este largo
largo tren.

Voy atento al cartel
que me comunicará
la estación de destino 

en un bostezo me distraigo
sigo el viaje
y en el camino engroso
este equipaje de vivir.


Cadenas rotas

Cruzo la mañana.

Desembarco en la siesta ardiente
y subo a la plaza.

Desde las copas de los lapachos
el rosado intenso me cautiva

me refugio en la sombra
de una hilera de tarcos.

Las ramas de los naranjos
se vistieron de azahares.

El cincel de Lola Mora
dejó en un rincón
estruendos
de cadenas rotas.

Desde la historia me llegan
turbulentos sonidos.

Leo una lápida donde estuvo,
hace más de cien años,
la cabeza de Marco Avellaneda
en una pica, clavada.

Era la Patria que buscaba 
(ferozmente y degollando discrepancias)
los laureles
que supimos conseguir.


Del libro del autor: Palabra concisa
Miguel Ángel Oviedo Álvarez
La Rioja, Argentina

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