A la hora de comer
A la hora de comer
o de no comer,
oh Lisboa,
las espinas,
las gruesas
espinas
de la gente
que viaja en tren,
o que sube por la Rua
do Alecrim, desde
los años,
siempre los años,
siempre, siempre
los años,
de comer o no
comer…
El pueblo, Il popolo, The people
El pueblo es una
latencia,
una latencia palpitante,
una raíz, que en
cualquier momento
hace una planta,
un gran árbol
o una enredadera
vigorosa, medular,
indetenible;
y ahí están
tu abuelo, tu
antepasado pobre
(al que le
faltaban siempre 5),
y ahí están
mi viejo y tu
viejo, sacudidos,
y los negritos,
los trigueñitos,
los azulitos, y
los que se
despertaron tarde
y los que cruzaron
la calle,
en plena lluvia,
con un diario
abierto en la cabeza,
les guste,
queridos, o no les guste,
mientras el mundo
sea mundo,
el pan siga siendo
pan,
y el madrugador
sol nos toque
cada día la cabeza.
* * *
Teje la araña su
día
y engulle voraz,
pacientemente todo
lo que ya no podrá
volar;
y de resultas
simula,
teje y simula,
que ama las
alturas.
Es casi una
mariposa presa
de la tela
de su aracnidad
triste.
Y murmura
̶ nadie la escucha ̶
y reza en las
noches
mientras teje.
Del libro del
autor: Desocupado y otros poemas.
Ediciones del Nuevo Cántaro. Buenos Aires, Argentina
Eduardo Dalter
Buenos Aires, Argentina
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