lunes, 14 de octubre de 2019

Eduardo Dalter


A la hora de comer

A la hora de comer
o de no comer,
oh Lisboa,
las espinas,
las gruesas espinas
de la gente
que viaja en tren,
o que sube por la Rua
do Alecrim, desde los años,
siempre los años,
siempre, siempre los años,
de comer o no comer…


El pueblo, Il popolo, The people

El pueblo es una latencia,
una latencia palpitante,
una raíz, que en cualquier momento
hace una planta, un gran árbol
o una enredadera
vigorosa, medular, indetenible;
y ahí están
tu abuelo, tu antepasado pobre
(al que le faltaban siempre 5),
y ahí están
mi viejo y tu viejo, sacudidos,
y los negritos, los trigueñitos,
los azulitos, y los que se
despertaron tarde
y los que cruzaron la calle,
en plena lluvia, con un diario
abierto en la cabeza,
les guste, queridos, o no les guste,
mientras el mundo sea mundo,
el pan siga siendo pan,
y el madrugador sol nos toque
cada día la cabeza.


*  *  *

Teje la araña su día
y engulle voraz,
pacientemente todo
lo que ya no podrá volar;
y de resultas simula,
teje y simula,
que ama las alturas.
Es casi una mariposa presa
de la tela
de su aracnidad triste.
Y murmura
̶ nadie la escucha ̶
y reza en las noches
mientras teje.


Del libro del autor: Desocupado y otros poemas. Ediciones del Nuevo Cántaro. Buenos Aires, Argentina
Eduardo Dalter
Buenos Aires, Argentina

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