viernes, 16 de agosto de 2019

Cristina Pizarro

Consagración de la primavera

La melodía del Vals Triste* es un eco polifónico
en el aura de aquel tiempo.

Recuerdas, Rosalind,
en la danza te entregabas
          a la tierra.

Después del rapto a los infiernos
celebraste el rito arcano en la promesa.

Ante la eclosión del misterio
evocaste a tus antepasados
              hubo un cortejo de sabios  
en el juego y el milagro.

Un ritmo disonante se enarboló a tu piel
            quebrada por el silencio.

Ahora   tú   Rosalind Schieferstein,
elevas el cáliz en la danza sagrada,
           renuevas la naturaleza
con la alabanza de Tu nombre.

*Vals Triste de Jean Sibelius


Convite

El amor rara vez puede durar cuando es demasiado descubierto” (Regla 12 del código de las Cortes de amor)
“Si os dignáis concederme algún favor, oh la más querida de las señoras, sabed que sufriré la muerte antes de cometer la menor indiscreción. Ah, pido a Dios que condene mis días en el instante mismo en que cayere yo en la falta de traicionar el secreto de vuestras bondades.” Arnaud De Mareuil

Oh, Rosalind no descubras el secreto
cubierto por los velos escarlatas 
en los atardeceres sonoros.

El secreto es una urdimbre
que trepa por la espesura de los montes
El secreto es un enigma que aroma el salvaje misterio
El secreto es el aliento que ronda a través de los escondrijos
en aquel cofre donde guardas turquesas y amatistas

El secreto es el ser íntimo
camina sigiloso
por las calles solitarias,
los arrabales de esta Buenos Aires,
la madriguera furtiva de una noche Iluminada.

Oh Rosalind, no descubras el secreto.
La clave de la alquimia.


Cristina Pizarro
Buenos Aires, Argentina

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