Consagración de la primavera
La
melodía del Vals Triste* es un eco
polifónico
en el
aura de aquel tiempo.
Recuerdas,
Rosalind,
en la
danza te entregabas
a la tierra.
Después
del rapto a los infiernos
celebraste
el rito arcano en la promesa.
Ante
la eclosión del misterio
evocaste
a tus antepasados
hubo un cortejo de sabios
en el
juego y el milagro.
Un
ritmo disonante se enarboló a tu piel
quebrada por el silencio.
Ahora tú
Rosalind Schieferstein,
elevas
el cáliz en la danza sagrada,
renuevas la naturaleza
*Vals Triste de
Jean Sibelius
Convite
“El
amor rara vez puede durar cuando es demasiado descubierto” (Regla 12 del código
de las Cortes de amor)
“Si
os dignáis concederme algún favor, oh la más querida de las señoras, sabed que
sufriré la muerte antes de cometer la menor indiscreción. Ah, pido a Dios que
condene mis días en el instante mismo en que cayere yo en la falta de
traicionar el secreto de vuestras bondades.” Arnaud De Mareuil
Oh,
Rosalind no descubras el secreto
cubierto
por los velos escarlatas
en
los atardeceres sonoros.
El
secreto es una urdimbre
que
trepa por la espesura de los montes
El
secreto es un enigma que aroma el salvaje misterio
El
secreto es el aliento que ronda a través de los escondrijos
en
aquel cofre donde guardas turquesas y amatistas
El
secreto es el ser íntimo
camina
sigiloso
por
las calles solitarias,
los
arrabales de esta Buenos Aires,
la
madriguera furtiva de una noche Iluminada.
Oh
Rosalind, no descubras el secreto.
La
clave de la alquimia.
Cristina Pizarro
Buenos Aires, Argentina
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