Hombría de bien
Soy el único varón en una familia de mujeres. Recuerdo que papá,
tal vez por su estúpido machismo, decepcionado porque después de mí vinieron al
mundo la chorrera de seis mujeres, se le dio por intoxicar su hígado bebiendo
lo que encontrara de licor, y ya hace más de siete años que en cierto modo tomé
yo las riendas de esta casa.
No es fácil, les aseguro. Al maldito Alzheimer de mamá lo
voy piloteando como puedo. Es bastante difícil convencerla que no soy su esposo
cuando por las noches se aparece en mi habitación ávida de ternura.
Más trabajoso aún es tenerlas bien cortitas a mis seis
hermanas. A las mayores por las hormonas, estrógenos y testosterona que las
tienen en vilo sin poder, gracias a mi carácter y a la obligación moral que
tengo a que no caigan en la tentación del descarrío y a las más chicas por haberse
tomado muy a pecho la edad del pavo, mejor dicho de la pava.
Pero ya saben. Lo tienen claro, conmigo no se jode, y mucho
menos los viernes a la noche, cuando viene a pernoctar conmigo Pablito, mi
novio.
Emilio Núñez Ferreiro
Escritor de Barcelona, España. Reside en San Antonio de
Padua, Buenos Aires, Argentina
Ingenioso final. Aplausos
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Bertha.
EliminarCariños
Analía