sábado, 20 de abril de 2019

Pedro Murúa Castro


Abuela

Aquí se ve a alguien que cocina.
Aquí yace una cocinilla
que arrebata las cortinas de la emancipación
y cuyo límite es el cielo de la casa.

Aquí florece su rol,
cría esparciendo lágrimas
de panes olvidados
y tenedores de tristeza y pobreza.

Nada le detiene en su
azarosa carrera del proveer.
Aunque a lo lejos se desprende
de sus recuerdos.
Aunque a lo lejos parece ser oída.

Aquí una mujer mayor
presenta su atávico recuerdo,
sus palabras y arrugas;
su silencio y sus ganas de no ser olvidada.

Aquí se ve a alguien que cocina;
aquí un recuerdo casi entrecortado
en las puertas de los adobes,
en los márgenes del cielo,
en la casa empapada
de la más fría de las aguas.


Usted se encuentra en un viaje

Usted se encuentra en un viaje
respire profundamente
no olvide que
aprendió a dosificar el amor
para su mayoría de edad.

Adopte una posición adecuada
comience a sentir su cuerpo pesado,
sus músculos se distienden
y comienza a sentir el peso de su pasado.
Sienta el control de sus impulsos,
la circulación en su cuerpo,
su tendencia al centro social

No piense en sus horas de insomnio
ni en el texto de inteligencia emocional
que alguien le impuso.
Olvídese de la angustia
se introducirá en los dominios
del autocontrol.
Tampoco piense en la bomba
que no estallará.

Deje sus preocupaciones
los compromisos están allí,
imagine una bella avenida
de magnolios en flor,
usted en el centro de ella.

Ahora: en lo más profundo
fluctúe, no razone;
tenga presente
que no trasmutará.
Sienta la paz y la serenidad
de un bello arte musical,
permanezca así un momento
donde quiera se encuentre.

Entre y salga
de una nueva consonante.
Todos los misterios,
todos los anillos del arcoíris
desembarcan en torno a usted.

Luego de un momento
comience a despertar,
póngase de pie y
deje atrás el diván rojizo
con patas de cobre.

Repita el ejercicio
cuantas veces pueda;
estése tranquilo
su tendencia al olvido
está controlada,
sus tics siguen en tratamiento…


El jarrón pétreo

Leonor estuvo hoy,
dejó junto al velador un jarrón
azul y pétreo.
De seguro volverá por el.
Tomó algo de mí y se marchó,
algo como un espacio ocular,
como un rostro de sueños.

Elena es su otro nombre.
Incrustado en mi corazón,
saluda a niños, padres y tiranos internos.
Me temo que aún la amo,
y ella se aleja,
aunque volverá por el jarrón pétreo.
No estoy seguro.

Esa noche ella celebró mi ignorancia,
la caída del cabello.
Mientras el dibujo rupestre del jarrón nos miraba.
Aquel dibujo vital y azul
me llevó en otro tiempo a viajar.

Los caminos recorridos tienen piernas detenidas,
en alguno de ellos estará Leonor,
rosada y perfumada,
esperando la copa de vino
que del jarrón azul saliera.

Trabajos publicados en 2018 en el libro del autor: En otras palabras

Pedro Murúa Castro
Viña del Mar, Chile

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