sábado, 20 de abril de 2019

Isabel Cristina Arroyo Calvo


Para besar el alba

Nací mujer para besar el alba,
ofrecer mi paso firme a la ventura,
como quien lanza su juego
por los aires y se columpia
con la vida.

No es mi canto el canto alegre
de los pájaros, es el canto
de la lluvia lamiendo los tejados,
con su grito que lleva el dolor
al costado de un pueblo
que vive entre penumbras.

He nacido mujer como el fuego
que se vierte un mediodía de verano,
con su cresta de luz que ilumina
la mirada y se oculta fugaz en la pupila
para guardar el amor que un día
se llevó la brisa.

En mí laten el colorido y el aroma
de esas tardes que llevan en su seno
el oleaje de los mares de otras tierras,
con su brisa y su espuma deshaciéndose
en la noche de su historia.

Hay en mí un camino de frío y añoranza
que ciñe cada parte de mis huesos,
aprieta mis sienes a la tarde
descifrándola en los bordes de mi rostro.

He nacido para besar el alba,
aunque azoten los vientos
mis cabellos y mi cuerpo se apague
en su rumbo hacia la noche…,
quizás mis pasos entonces se dirijan,
mochila al hombro, besando cada sueño.


Abecedario

Se durmió la espera sobre el sillón de la tarde,
mientras el horizonte se expande
como si mirara el mar.

Ya no busco mi nombre, se acabó el desconcierto.
Me he encontrado a mí misma
y dibujo palabras en la arena del tiempo,
donde miro mi rostro con una sonrisa
que se abre plenamente en el espejo.

-Esa soy yo?-me digo.
Y las letras van reconociendo cada parte de mi cuerpo,
delinean mi mirada cruzando el futuro,
se fijan en mis ojos y adivinan vocales,
se enquistan en mis brazos uniendo consonantes.

Abecedario es mi nombre que vibra con la tierra,
besa el almanaque y se abraza al océano.

-Infinita es la vida, infinito el minuto-
El poema anochece en mis labios sencillos,
es infinita noche que me acoge serena,
es el alba entreabierta llamando a las estrellas.

Me he encontrado a mí misma
y es mi vida un puente que cruzo
hacia el asombro.


Mientras tanto

Se detuvo la tarde entre mis sueños,
como un papalote se me va la vida,
volando entre las preguntas
que no obtienen respuesta.

Hacia dónde caminará el lazarillo
que asoma su voz cuando el temor
es una lápida que imagina
pájaros sin canto en mi horizonte?

Cuándo un dios o un ángel se detuvo
a conocer la lágrima, esa gota de inquietud
que carcome la esperanza?

La calle recibe mis pasos,
los mismos que recorrieron el sin rumbo
del amor que olvida,
ahí donde la luz se apaga cada noche
llevando el renacer entre sus dientes.

Por qué, vida, asumes que amo
tu cordillera de promesas fugaces,
tu montaña de posibles aciertos,
el trayecto del destino que esconde
su sonrisa alucinante?

Alzo mis hombros y camino
y juego con la inaudita certidumbre
de sentirme viva mientras tanto.


Isabel Cristina Arroyo Calvo
San José, Costa Rica

2 comentarios:

  1. Gracias, Analia, por apoyar mi labor poética. Abrazos

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    Respuestas
    1. Un placer incluir tus poemas, Isabel. Gracias a ti por la confianza al enviarlos.
      Mis cordiales saludos y mis mejores deseos
      Analía

      Eliminar

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