A la hermana gemela
Hermana, nos une un pacto
antiguo
sellado en el esbozo de nuestro
ser
entre aguas en sombras y latidos
turbulentos.
Como briznas escindidas de sol y
de niebla,
entrelazadas en el musgo de un
arroyo blanco
hilvanamos en sedosos telares la
cifra desdoblada de la carne,
la luz dividida de un milagro.
Nuestra historia. ¿una vida?
¿dos vidas? ¿media vida?
-aún no hemos podido
descifrarlo-
Fue el comienzo de un perenne
deshojarse,
alejarse, reprocharse,
constatarse, buscarse. Nos dispersamos
con un empeño inmenso
en el rumor de la hierba, en la
dureza del cielo
para reencontrarnos siempre en
la guarida oculta donde repartimos
el botín de guerra, la alegría,
las monedas falsas, la rapiña,
las lágrimas ardientes, el
consuelo.
Renacemos consubstanciadas en
humos lejanos,
en el delirio de los espejos
trizados,
en la rosa muriente del
atardecer,
en los fuegos fatuos que
amenazan los bosques,
en el trinar oscuro que
dispersan los pájaros.
Intento
escribir
¡Ay quien
podrá sanarme?
¡Acaba de
entregarte ya de vero;
No quieras
enviarme
de hoy más ya
mensajero
que no saben
decirme lo que quiero.
San
Juan de La Cruz
Estoy encerrada en mi cuarto
intentando escribir, mientras escucho la Sexta de Beethoven:
el timbre no suena,
el teléfono no llama,
cartas de amor no llegan
ya no hay guiños
no soy tan joven ni tan bella
aunque, convengamos, la soledad estuvo
antes
que la juventud y la belleza,
era una niña de pelo castaño.
Caen como torres de humo, jeroglíficos,
pentagramas sin clave, hojas en blanco.
Ante lo indescifrable alego,
que el amor tiene zonas reservadas al
tacto,
al contacto, al pretexto, al más
allá. La estridencia es una máscara
que comprime gestos simples, pedidos de
ayuda,
hilvanes de danza, convites, ausencias
pero hay una suerte de visión que nace
del silencio y arrastra
hacia el silencio.
Un perfil de naufragio o fuga o viento,
me amenaza,
presiente la niña de pelo castaño
es un intento vano, es una veta opaca,
es la tonta cordura
que me traba la lengua.
Tal vez descienda de la mujer un ciervo
herido
sobre la luz menguante, en esta página.
Que la poesía……
Que la poesía no ostente el oro
que acuña
ni perfore la vida con verdades
eternas
ni cante al santo que a diario
nos exige
el llanto que guardamos.
Hay un animal silencioso, solo,
extraño que hablará otra lengua
cuando lo bautice una crecida de
aguas
y se sacuda el polvo de cepo de
los siglos.
A las rosas de Rainer María Rilke
“Amiga de las horas en la que nadie queda, /en
la que todo se niega al corazón amargo”/. Rainer María Rilke
Estás
Tú, solitaria, surgiendo del luminoso tallo
o en
el vergel, radiante, entre otras hermanas,
das tu
frágil coraje a los ojos
y
tormento a las miradas
Recoges
de las rosas-todas un orden de belleza y beatitud,
de
sensualidad y pensamiento,
como
un rayo de gracia
en los
pétalos caídos
la
dulce muerte de toda fragancia
sufre
el
hueco de la caricia,
la
espina multiplicada de los seres leves,
y las
lágrimas, las lágrimas, ese ardid del rocío.
Elena Garritani
Buenos Aires, Argentina
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