Monólogo de la bien casada
A lo
largo de la historia hubo mujeres que fueron protagonistas de amores trágicos.
Ellas creyeron que había llegado la hora de defender sus sentimientos y
así lo hicieron. Me parece que fue inútil. Que estaban vencidas de antemano por
la propia historia. Una historia de prejuicios y represiones que las relegó a
los zaguanes, encarceló los sueños y llevó aflicción a sus hogares. Por eso
- Lo
seguro es Manolo - sentenciaron mis padres - Estará bien casada.
Siempre
es así.
Honrar
padre y madre.
Manolo
acaba de irse a la tienda. Volverá por la noche. Entonces, se acomoda en la
mesa y engulle con la cabeza baja.
Siempre
es así.
Masculla
“as noches” y se va a dormir.
Siempre
es así.
Es
bueno que no haya sobresaltos. Aunque esta práctica se fue repitiendo tanto,
tanto, que las horas y los días pasaron sin darme cuenta. Hasta que dejé de
contabilizarlos. Fue más sencillo abandonarme al sopor de los días factibles.
No me queda más que sacudir polvo, desarticular telarañas, envenenar hormigas.
Y esperar que Manolo regrese.
Aunque
parezca que no en una casa hay mucho por hacer. Agobia. Aunque así lo hacía mi
mamá y la mamá de mi mamá y la mamá de su mamá. Siempre es así. De la misma
forma llegaron los hijos, primero uno, luego otro y otro y otro y otro. Un día
una se da cuenta que ya no es tan joven. Y también que va estando algo cansada,
aunque como dice Manolo no sé de qué.
Si no
lo pienso no me doy cuenta que me voy quedando sola. La tv consuela… Consuela,
sí. Y consuela el limpiar el freezer, hacer las camas, ordenar la heladera.
Prender el lavavajilla es lo máximo! Aunque puede ser que haya pronto algo
mejor. Me divierte mirar las propagandas de la tv para elegir y elegir hasta
que llegue el momento en que Manolo decida en qué se gasta.
Siempre
es así.
Manolo
es bueno. Y limpio. Y no tiene vicios como otros…
Recuerdo
el tiempo en que íbamos a la escuela y soñábamos con estudiar y ser
importantes. Yo quería ser enfermera o maestra. Me veía de blanco, en el hospital,
con los héroes de guerra o en la escuela con los niños inocentes como
palomitas.
He
oído que muchas de las que estudiaron trabajan; dicen que ocupan el lugar de
los hombres.
-
Ésas transitan la Zona Roja - replica Manolo - y las otras eran “cabezas
frescas”, - acusa - por eso no se casaron y algunas hasta se divorciaron.
Las
llaman mujeres ejecutivas, líderes femeninas pero claro, ellas eran jóvenes y
exitosas.
- Al
final, ésas se quedan solas - dice Manolo.
¡Esa
es una tragedia! No deben desearse ciertas cosas.
Manolo
está despierto. Me está esperando. Y vuelve a suceder. En realidad no es nada
difícil. Yo cierro los ojos y pienso en otra cosa. Con algo de práctica pasa
rápido. Y es sencillo. Entonces hago como Manolo, me doy vuelta y me duermo. Cuando
oigo el ruido de su ronquido podría decirse que soy casi feliz y por haber
cumplido con mi deber de esposa me siento en paz, como si estuviera muerta.
A
veces me acuerdo de Romeo. Me pregunto si hubiera sido distinto. Mejor no
pensar. ¿Para qué? Mi tranquilidad de hoy es porque no me hago preguntas
inútiles.
- Yo
sé qué es lo mejor para todos - dice Manolo.
Oigo
hablar de los derechos de las mujeres y cuentan y cuentan…! ¡Qué historias! A
veces me agarra una cosa. Como ganas de salir a la calle. Y gritar, gritar… ¡No
sé para qué! ¿Yo sola qué voy a conseguir? Todas sabemos que el poder es
natural de los hombres o de esas mujeres levantiscas y soberbias.
-
Marimachos - dice Manolo.
Prefiero
la paz de mi hogar. Las cosas horribles que pasan pasan lejos, en países con
costumbres raras. Mejor no pienso más…
Ada Inés Lerner
Ituzaingó, Buenos Aires, Argentina
felicitaciones Ada, me encantó tu relato, la voz narradora es muy buena,hasta pude visualizar al personaje. Poseo una revista de literatura y arte, me gustaría ponermo en contacto con vos. Gracias por el relato. Saludos!
ResponderEliminarGracias por tu lectura y tu buena disposición, Graciela. Ya te escribiré para contactarte con Ada.
EliminarCariños y mis mejores deseos
Analía