sábado, 20 de abril de 2019

Isidoros Karderinis


El dolor del cielo

De las tejas de la blanquísima casa de la colina
Fluía sin descanso el dolor del cielo.

La sonrisa del sol había ya expirado
Las ventanas del occidente se habían pintado de un negro profundo.

La casa por dentro desierta y desordenada
De las paredes como chorros brotaban alaridos.

El reloj parado en la hora oscura
Los huesos de los muertos vertidos por el suelo entablado.

Las teclas del piano convertidas en hueso
La marcha fúnebre por el aire esparcida.

En el jardín las flores hundidas en el luto
Y sus raíces sedientas sorbían sangre.


La llegada del amor

Los dorados rayos del sol
Disolvieron la negra y espesa oscuridad
Mi alma desvelada se desbordó
Como un violento río crecido
La ardiente canción del amor
Floreció en los labios azules de la aurora
Y una paloma roja me trajo
La carta que espero desde hace años.

Las flores del fresco jardín
Esparcieron sus cálidas sonrisas
Los dulces sueños se aparecieron
Por dentro de las hierbas bañadas de sol
El agua pura corrió melodiosamente
Por las frescas fuentes de piedra
Y en mi corazón magullado
Se cerraron de pronto las heridas abiertas.


De viaje por el desierto

Al partir aquella mañana dorada
Sobre las altas colinas de los camellos
Desde el pequeño poblado beduino
Hacia la inmensa arena rubia y castaña
Y con el gigantesco y el ígneo sol
Quemando sin piedad por el cielo polvoriento
Templamos nuestras almas en el horno.

Sabíamos que no encontraríamos flores hermosas
Ni árboles para que nos dieran sombra.

Sabíamos que no encontraríamos manantiales caudalosos
Ni conchas brotadas en la arena.

Sabíamos que no encontraríamos pájaros melodiosos
Ni viento que nos refrescara.

Sabíamos que no encontraríamos ojos dulces
Ni Sirena que nos cantara.

Sabíamos que no encontraríamos palabras acogedoras
Ni estrella que nos guiara.

Sabíamos que no encontraríamos blancas ermitas
Ni sacerdotes que nos dieran comunión.

Pero estábamos absolutamente decididos
A buscar el oasis noche y día.


Poeta

Echo el cubo de hierro
Al pozo del jardín.

Alrededor árboles
Y flores
Sedientas.

Saco sueños
Que destellan
Al roce del sol.

Y con ellos riego
Sus raíces.


Del libro del autor: Poemas de fuego. Casa Editorial Punto Rojo Libros, 2018

Isidoros Karderinis
Atenas, Grecia

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho la madurez que transmite en su poesía.
    Felicitación.

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    Respuestas
    1. Gracias por tu lectura, Ceciely.
      Mis cordiales saludos y mis buenos deseos para ti
      Analía Pascaner

      Eliminar

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