miércoles, 29 de noviembre de 2017

Eduardo Dalter


*  *  *

Nadie estuvo en sus ropas, en su patria, en sus raíces. 
Un silencio de lobo avanzó y corcoveó por estas calles.
El terror derribó puertas y espió por las mirillas.
Una conmoción de muerte, de la puerta para afuera
y de los ojos para adentro, nos exilió del otro
y fuimos gente sola, de mirada huidiza, en los rincones
como las hojas tristes que los vientos amontonan. 

De Estos vientos (1984)


               *  *  *

          Faltan las palabras, 
          o sobran otras veces.

          Los hechos las deciden 
          necesarias o las ahogan.

          Las abren y evidencian, 
          y las golpean día a día.

          Están bajo juicio sumarísimo.

                     *  *  *

          Dejá que entre la luz, 
          dejala que entre,

          que se acomode, 
          que abra su valija;

          no vayás a echarla; 
          dale de comer;

          dejá que ande por la casa.

                        Dos poemas de Silbos (1986)


*  *  *

Viento, háblanos del mar
que hoy estamos algo así
como aburridos, como tristes.
Afuera, ves, llueve,
llueve con ganas
y contigo. Háblanos
también de las costas
de Chacachacare y de Macuro
mientras tomamos el café
y miramos la ventana.
      Háblanos
así, del oleaje
torrentoso dando en los cargueros
que se inclinan
en las Bocas,
que hoy estamos desolados
y deseosos de tu magia.

* El autor vivió en Güiria, poblado costero venezolano, durante 1977 y 1978, y a esa experiencia corresponden los poemas del libro Las costas del golfo (1995).


Desocupado

Un desocupado, Dios, es una pieza única 
que hace a tiempo completo su trabajo;
una pieza insustituible
       a todo el engranaje;
una mudez; un grito; un balbuceo;
un canal nivelador
       que espera aguas,
aparentemente más cerca de la sequedad
       y el olvido
que de la administración planificada
       de riquezas.
Un desocupado, Dios, con su desierto
       y su niebla,
vital a este equilibrio de espejismo,
donde cada cosa empuja o devora
       a cada cosa.
Se repite, se confunde, y se alza
ya como discurso
de escena, que el desocupado está
       desocupado
de toda función o todo uso,
mientras la máquina infernal, abismal,
       ahonda el pozo.

De Informe de barbarie (2002)


Eduardo Dalter
Buenos Aires, Argentina

3 comentarios:

  1. Tiempo, lugares y poemas compartido.
    ABRAZO, Eduardo, José Antonio Cedrón

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  2. Feliz aniversario Analía y muchas gracias por enriquecer nuestro espíritu. Un abrazo inmenso.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus reconfortantes palabras, Zulema.
      Cariños, que estés muy bien
      Analía

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