Mascota
En un
lejano país del trópico, ausente de todo mapa, vive un oso transparente. Cada
madrugada, acecha en las riveras de un río plateado, brillante como una aurora
boreal.
Ligero
como un ángel, se dedica a cazar los peces translúcidos que saltan y suben por
una catarata oblicua y centelleante.
Hábil
como un fantasma, suele esconderse entre unos pinos esmerilados que ningún
tratado de botánica registra.
Hace
poco, sin mayor pudor ni sigilo, el oso decidió ser mi mascota. Y yo acepté, a
condición que me trajera cada día un pescado con forma de prisma, para
comérmelo y que mi sangre adquiera el color del arcoíris. Desde entonces somos
amigos entrañables. Con mucha atención y cortesía, él me escucha durante las
horas muertas de la tarde. Y después regresa a su bosque de vidrio.
Con
certeza desafiante, me ha prometido que mi sangre tendrá un color inimaginable
antes del invierno, cuando él se dedicará a descender a la tierra.
Desde
allí, así me ha prometido, vendrá a visitarme cuando el sol se ponga y se pueda
construir un puente de sueño entre él y yo.
Texto
publicado en la revista “La Ignorancia”, No. 14. Madrid. España. Mayo 2017
* * *
Jaculatorias del Ansioso
Concédeme
Señor, el don de la desmemoria, de la renuncia y del alejamiento.
Bendíceme
con la transparencia más amplia y ubicua,
con
lo que posterga y sustituye, con todo lo que fluye en silencio y es lejano como
un ocaso.
Permite
que vuelva, como durante mis sueños, a esos templos transparentes y aéreos,
llenos
de códices indescifrables ante los ojos de los profanos,
para
que sea allí ungido caballero y eremita.
Porque
tuyo es el reino y las escaleras que ascienden hacia la noche,
hacia
la estrella que signa mi verdadera entraña,
tuya
es la amatista con la que he construido mi talismán secreto
y el
triángulo que dibujo en este instante, con mano trémula y expectante.
Dame,
Señor, el descanso eterno, en esta vida y en la que viene,
por
los siglos de los siglos.
Texto
publicado en la revista “Progetto Sette Lune”, Venecia Italia. Agosto 2016
Remanentes
Aquella
época desierta regresa de nuevo, borrosa,
y para
mi gran estupor, todavía puedo acordarme de esos días
porque
fueron innumerables e increíbles.
Mucho
hace, yo era joven e ingenuo,
cándido
como una ola
y con
algún desconocido vigor busqué lo ineludible.
Puedo
evocar todas las nubes que miré
los
ecos y la penumbra que me acosaban,
los
rosarios y la luz de luna que atesoraba.
Recuerdo
y me maravillo grandemente:
por
entonces yo ignoraba todo sobre los dragones, y les temía;
Creía
tener el poder de la desintegración
pero
sólo estaba de pie sobre mi propio borde
Por
entonces mi voz se retorcía y no perseguía nada,
siempre
he tenido en mente cómo vagabundeaba a lo largo del horizonte,
porque
pensaba que sería indoloro.
Aquella
época dilapidada se acerca de nuevo, brumosa,
pero
no significa nada para alguien erguido en medio de una encrucijada:
mis
propias huellas me recuerdan mi propio aprendizaje.
Ello
sólo ha traído profecías tremendas:
ahora
no deseo más que domesticar mis propias memorias,
quizás
me haga impecable e inocente como el viento
o
sólo sereno como la lluvia.
Algo
he aprendido.
La
versión en español de este texto es inédita.
La versión inglesa fue publicada en Paragram. Londres,
Inglaterra. Diciembre 2014.
Alberto Quero
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