lunes, 19 de septiembre de 2011

Aníbal Albornoz Ávila

-Poeta residente en Santa Cruz, Argentina-

Romance por mi ciudad


Tierra aromada de luz
que fundó la fragancia,
con su faena de viento,
labrador de distancias.

Fue de campana y maíz
el milagro de un valle,
con resolanas de siglos
maduraron sus calles.

Es San Fernando un verdor
solariego de Ambato,
alma de hispano y de indio
dan tonada a mi canto.

Es serenata del polen
su buen sol y Alameda,
oigo su canto de plaza
en su vieja arboleda.

Lunas que moja El Jumeal
echan luz por las huellas,
para que el Río del Valle
cruce toros de arena.

Hay que soñarle un jazmín,
y en su tierra guardar,
ser la torcaz de sus vientos
donde vuela el azahar.

Romance por mi ciudad,
flor del aire y nostalgia,
alzo su viento del sur,
polen, lluvia y distancias.


Nota del autor:
San Fernando del Valle: capital de la provincia de Catamarca
Ambato: cordón montañoso al oeste de la ciudad capital
La Alameda: paseo público
El Jumeal: dique cercano a la ciudad
Río del Valle: río cercano al emplazamiento de la ciudad

La obra musical Romance por mi ciudad, compuesta con el músico cordobés Mario Gabriel Díaz, obtuvo 1º Premio en la canción representativa de San Fernando del Valle de Catamarca, concurso organizado por su Municipalidad.


…………… * * *


Sepulcro del aire

A Santo Alancay la muerte
ya lo ha vencido,
lo sobrevive un sombrero
bajo el sol descomedido;
los sueños entre sus ropas
sueñan heridos.

Boca abajo contra el suelo,
en las pasturas,
se le atardece la sangre
por un silbo de vicuña.
Los farallones umbrosos
le harán de tumba.

Sepultado sin el canto
de su coplera,
Santo persignó su frío
por un humedal de estrellas.
Constelado de pasturas
……………………………llevó su pena.

Ni el sol, ni las esperanzas
quitaron muerte,
tumbado se fue su grito
cayendo por las pendientes.
Se ha demorado en las piedras
su cruz silvestre.

Es viernes toda su muerte,
y es en febrero,
cuando enviudó la baguala
el ají y el pastoreo.
Por el sepulcro del aire
va con su arreo.


Nota del autor: Según una crónica periodística de febrero de 2010, daba cuenta del hallazgo de un hombre muerto junto a un río en Antofagasta de la Sierra, Catamarca. El hombre oriundo de esa localidad, llamado Santo Alancay, era un criador de animales y marido de una coplera del lugar. En dicha nota, se conjeturaba que habría fallecido por un intenso frío nocturno.

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Las aventuras verdaderamente grandes son aquéllas que mejoran el alma de quien las vive.
Alejandro Dolina


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