-Escritor nacido en Girona, reside en Barcelona, España-
El poeta
El poeta, caminando lentamente bajo la fina lluvia, subía por el pedregoso camino que iba hasta el acantilado. Iba haciendo repaso de su vida mentalmente, deseando encontrar alguna alegría, pero cuanto más recordaba y más la analizaba, más se convencía de que la decisión que había tomado era la correcta. Apareció, después del último recodo, el borde del precipicio a unos veinte metros escasos. Hizo un nuevo esfuerzo para recordar alguna cosa positiva que le justificara un cambio de idea pero nada encontró y la decisión del suicidio se consolidó en su mente.
No sintió miedo aunque sí una profunda tristeza. Se acercó decidido hasta el borde y, tomando impulso, arrojó sus poemas al abismo.
El contestador
Le llegó una factura de teléfono tremendamente alta por que pidió inmediatamente ver el desglose de llamadas con la intención de formular una reclamación.
Quedó muy sorprendido cuando vio que todas las llamadas eran al teléfono de su novia. Pero, ¡él no la llamaba casi nunca! ¡Era imposible! Su novia nunca contestaba, primero sonaba una música y después una voz cálida pedía que dejara el mensaje, por lo que prácticamente dejó de intentar comunicar con ella por teléfono.
Entonces, ¿quién usaba su móvil para llamar a su novia? Era todo un misterio. Analizó las llamadas constatando que todas se producían entre las 2 y las 6 de la madrugada ¡mientras él estaba durmiendo! ¡Imposible!
Aquella noche se mantuvo en vela, expectante y nervioso. A la dos y cuarto sonó el teléfono. Descolgó y escuchó una voz metálica que decía:
- Hola Contestador* de Stefen, soy el contestador de Maite. Hoy he querido llamarte yo. ¿Amor mío, estabas esperando que fueran las dos para seguir nuestra conversación de ayer?
Sultán
- Papá, papá, ¡Sultán me ha hablado!
- Muy bien hijo, ahora déjame acabar de ver el partido.
El niño entra en la cocina corriendo muy excitado y le dice a su madre:
- Mamá, ¡Sultán me ha dicho que le gusta mucho el nuevo pienso!
- Muy bien hijo, ahora vete a jugar que estoy preparando la cena.
El niño se va cabizbajo y se sienta en la alfombra entreteniéndose con un soldado al que se le cae la lanza. Sultán tumbado a su lado no le pierde de vista. Desde donde está escucha a los padres comentar que están preocupados por su comportamiento. Dicen que inventa cosas, la última de ellas que el perro habla.
- Tenemos que dar a Sultán y así solucionamos el problema.
El niño sale al porche con lágrimas en los ojos y se encuentra con la vecina que al verlo de esta manera le pregunta que le ocurre.
- Estoy muy triste porque me voy a quedar solo. Mis papás van a dar al único que habla conmigo.
Las Gotas
Empezaron a corretear por aquella superficie lisa y transparente haciéndose un poco más grandes.
Estaban en la parte superior de aquel cristal empañado muy cerca la una de la otra. Se miraron y casi al unísono empezaron una carrera por la superficie lisa deslizándose hacia la parte inferior de la ventana. Jocosamente se cruzaban y las estelas que dejaban conformaban un dibujo que parecía un corazón.
Las dos gotas se amaban desde hacía más de un cuarto de hora, cuando empezaron a formarse por el contraste entre el frío de la calle y el calor de la habitación.
Súbitamente se separaron, cada una hacia un costado, pareciendo que no se iban a encontrar más, pero con un rápido giro volvieron al centro y se unieron en una sola, justo en el momento que llegaban a la parte inferior.
Su vida fue efímera pero tan intensa que no se hubieran cambiado nunca por aquel señor que, dentro de la habitación, contaba monedas de oro, tan abundantes como su soledad.
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Nadie es libre. Hasta los pájaros están encadenados al cielo.
Bob Dylan
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sábado, 7 de febrero de 2009
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Son buenos los microcuentos, los más logrados, a mi criterio, son El Poeta (cruel)y Sultán (duele, sobre todo esa frase final "...el único que habla conmigo")
ResponderEliminarEl suicidio de la poesía y la ausencia de una comunicación real e indispensable (Sultan) me ubican en el lamentable mometo social en que vivimos. ¡Brillante!
ResponderEliminarAprecio y agradezco sus comentarios, Luis y Julio, gracias por leer a este buen cuentista.
ResponderEliminarUn abrazo
Analía