miércoles, 7 de noviembre de 2007

Gabriel Impaglione

Sobre mis influencias

I
El hombre que vi con la fuga rota bajo metralla
en medio de una calle donde colgaban
raídas las guirnaldas de un antiguo pan.

El hombre repetido como eco en la injusticia
bajo explotación a mansalva,
bajo metal de dictadura,
cercado por la hipocresía,
inválido de balaceras de imposible.

El hombre que vi raspado de exilios,
destruido por máquinas destruidas,
mordido por la prensa ramera.

El hombre en medio de los hombres
ahogado en abismos de tiempo,
lleno de plomo imperial,
vendido por todos los traidores.

El hombre alzado todavía
voz en puño
lucha en boca
capaz de ternura de rosa en pecho
invencible en la síntesis del sueño.

Y el amor, ay amor, en el centro de las horas
como un niño que reclama mis brazos.

II
Una foto de Chaplin donde ríen mis hijos
y el silencio
con el que a veces me miras.

III
La ternura
esa sustancia
imperturbable
de mis amigos.

IV
Cualquier hora frente al mar
donde la vasta red del silencio
le roba relámpagos a las palabras
y el rumor de quillas y cubiertas
traza singladuras,
surcos de luz donde nacen los pájaros.

V
Y el airefuegotierraaguamor que tú eres
besorefugio, licor de crepúsculo y gota
encendida de música en las manos.

VI
Y la música en las manos
es decir
la música

VII
Y las manos
es decir
la voluntad de los oficios terrestres.


Te miro

En cada casa del día te miro
como si fueras todas las ventanas,
uno por uno los llamados de la geografía.

Te miro entre naves blancas
que vierten el algodón de su sombra
en el mar callado

hondamente quieto en el rumor
del viento que inventa recónditos
pasajes de guitarras, te miro.

Te miro en las vertientes de plata fugitiva
que dibujan en las faldas de la piedra
nervaduras esmeralda.

En la razón del humus y la gota
y la terca utopía de la raíz, te miro,
en la constelación de las sustancias

y la maravilla del vino en su luna precisa.
Por las crepitaciones del pan,
en la mesa servida, te miro

embarcado en la claridad de tu cuerpo
en el mío, y en mis manos
te miro, en la vastedad de tu boca

en cada relámpago de la noche en calma
donde habitan los labios que se anidan,
en el pequeño país de los besos, te miro.

Te privesc (Te miro)
Traducido al rumano por Marilena Rodica Chiretu


In fiecare casa a zilei te privesc
ca si cum ai fi toate ferestrele,
una cate una pentru chemarile geografiei.
Te privesc printre nave albe
care intind panza umbrei lor
in marea cuminte
profund linistita in rumoarea
vantului care inventeaza secrete
peisaje de chitara, te privesc.
Te privesc in gurile de argint fugitiv
care deseneaza in formele pietrei
nervuri de smarald.
In ratiunea pamantului si in picatura
si in tenacea utopie a radacinii, te privesc,
in constelatia substantelor
si minunea vinului in luna sa precisa.
Pentru crapatura painii
pe masa servita, te privesc
imbarcat in lumina corpului tau
in al meu, si in mainile mele
te privesc, in vastitatea gurii tale
in fiecare scanteie a noptii linistite
in care salasuiesc buzele ce se cuibaresc
in mica tara a saruturilor, te privesc.


De las orillas de la mañana
vienen los pájaros.
Del nácar que olvidaron
los astros en su fuga.
Nacen en las simples gotas de luz
y se multiplican
para darnos alas
alzarnos la mirada
para hacer de la contemplación
un arma pura.


Las palabras
que ocuparon la tierra cuando nada había
vinieron por el silencio.
Los gestos se llenaron de campanas,
la foresta, la llanura, cada cima
multiplicó los ecos del nombre de las cosas.

La profundidad del pan y las mareas
fue revelada
y entonces el canto distribuyó horizontes,
nuevas explicaciones
para fundar el mundo.


Campesino

El hombre decide su rumbo en la semilla
se vuelca en los muslos de la tierra
va hacia una profundidad de savia
con el sudor a manos llenas

De Explicaciones con mar y otros elementos, Editado por UniService, Trento, Italia - 2007. Edición Bilingüe.

Gabriel Impaglione – Sardegna, Italia.
http://isla_negra.zoomblog.com/

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Me atreveré a todo lo que pueda hacer un hombre. Quien se atreva a más es insensato.
William Shakespeare


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