miércoles, 7 de noviembre de 2007

Carlos Penelas

Trémolo de la sombra

………………………¿Qué se ha hecho de las almas grandes y tiernas?
………………………Nietszche

Mi padre buscaba amparo en la quietud,
en el arpegio de la melancolía.
Cuando cobijaba la rosa ardida de rubor
el corazón de mi padre soñaba con una aurora.
Y su voz reclamaba la penumbra del alma,
tan bella como el mar o la fragua.
Confiaba su mirar al bosque de su infancia,
al constelado cielo que invade los recuerdos,
a los libros de la noche y del hábito.
Y su empuje furioso de latidos y bueyes,
en palidez incierta.
Cuando la soledad se hizo vidente
mi padre asomaba cierto pudor.
Un día invocó el instinto, la luz furtiva de la nada.
Ahora, como un aire nonato me visita.
Regresa con su sombrero gris,
con sus ojos de océano, invisible.
Es un padre que cavila
la sobriedad, la ternura, el fervor de los nietos.
Su palabra vela desde las crines de la pampa.
Llega para invocar el pulso,
el hirsuto monte sobre el viento.
Lo saludo junto a un ciprés que recobra la tarde.
La resurrección es devoción y bruma
sobre los ejidos del exilio.

De El aire y la hierba (2004)

Ausencia

Preciso es que te bese dormida.
Que descienda la noche en el engaño.
Que hablemos del desván,
de mi pobreza, de mi fluvial nostalgia.
Dulce mía, es necesario amar
desde el silencio.
Y de súbito el miedo,
la oscuridad, el sueño inútil.
Y tu blusa ondulante
sobre la silla azul.

Los relojes

Recién ahora son visibles los relojes,
las flores azures de la fatalidad,
la demencia. La ferocidad del odio,
el abismo. Tarde descubrimos
lo absurdo del ensueño,
las cartas de amor, el abandono
de una alcoba alucinada.
Y la furtiva presencia del mar
en las estrellas.

De La muerte y la rosa (inédito)

Carlos Penelas – Buenos Aires
http://www.carlospenelas.8k.com/


*********************************************************

¡Qué grande es, pese a sus miserias y vergüenzas, la fortuna del hombre! Quizá tan profunda como la noche y tan espléndida como el día. Cuánto infinito oculto en su finito. Me atrevo a sospechar a veces que fue la envidia la que mató a los dioses.
Luis Franco


*********************************************************

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por pasar por aquí.
Deseo hayas disfrutado de los textos y autores que he seleccionado para esta revista literaria digital.
Recibe mis cordiales saludos y mis mejores deseos.
Analía Pascaner