Otro día en que el viento pasa
Rozándome como una bendición
con su caudal de risas,
risas de fantasma volador
que montó sobre su corcel desbocado.
Pasa el viento y me sacude,
¿me contamina?
¿me limpia?
Enrolla mi silueta
para que ruede junto a mis pensamientos,
para que abandone los lugares
y las cosas,
para que mis pies dancen, bailen, corran
y mi nostalgia se desvanezca
en espirales y estertores.
Emergencias
En medio de la noche, impaciencia:
La sirena que lo invade todo,
espacio y tiempo.
Paz triturada a dentelladas
y el frío de un temor extraño,
como alud, como sismo,
nos habita.
Se hace un hueco
en el filo de la noche
y es oscuro el pensamiento
y hasta los pasos.
Se despliega la estela de aullidos
y se rasga la vigilia.
El cielo quedó herido,
rota la luna.
Salida
Dinteles herrumbrados.
La puerta no abre.
Se crean pasadizos en afán de salir,
Y secretas sendas.
En la caverna (pequeña noche)
Ya no caben los pensamientos,
Y la lumbre que en rajas ilumina
Marca hendijas de sol,
Mas no cielos.
Orfandad del azul.
La puerta, hermética respuesta,
No tiene llamador.
La paciencia o el empeño
en conjuro de noches
o supuestos días, inventará la salida.
Y un fino sendero de luz,
dejará transitar al alma.
Sensaciones
El canto de la cascada
en el rasgueo de la guitarra.
La fuerza de mi tierra roja
al norte, siempre preñada.
Y entre las luces
de mi ciudad,
tras las techumbres
de casas
y sobre cada rascacielos,
atrapé la mirada
de la Cruz del Sur
titilando un guiño cómplice.
Haidé Daiban
Buenos Aires, Argentina
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