Me iré. Te irás.
Nunca regresaremos.
Nadie preguntará,
y la casa quedará
girando en el tiempo.
Vacía, en silencio,
sola en la soledad
de nadie durmiendo,
de nadie sintiendo
arder la eternidad.
Nadie nos recordará,
nadie leerá mis sueños
diluirse en la orfandad
de la abierta inmensidad
sin hallar sustento.
Los pájaros vendrán,
la lluvia en chapoteo,
las hojas caerán,
la nieve relumbrará,
y ya no estaremos.
Nunca regresaremos,
nadie recordará
que en la casa en silencio
tú y yo luchamos en el tiempo
ardiendo en la eternidad.
Estupor
Horas de estupor, merodeando
en torno a la página en blanco,
con un puñal de brillo homicida
y una rosa de intacta pureza,
¿a qué deidad dirigir mis preces,
a qué santo varón encomendarme,
qué homicidio perpetrar, qué niños
amenazar con mi flor impoluta,
para que caiga el fruto por fin,
para que cuaje el trigo en la era,
y mi hambre de siglos se sacie
con un banquete frugal de vocablos
enlazando su perfecta euritmia?
La mano en alto, cernida,
el cálamo un ave de presa
esperando impaciente el momento,
el ojo escrutando en la penumbra,
¿cuándo saltará, por fin, la chispa,
cuándo brotará el ansiado fuego
a extender su incendio de pastizales
y alumbrar de letras llamareantes
el espacio poblado de ciegos?
Horas de estupor, horas terribles,
horas de agonía, emboscado
en el cruce de la luz furtiva,
armado con un puñal de cuarzo,
y una rosa de extrema pureza,
¿a qué deidad quemar incienso
para que salte la luz al papel
e incendie de idiomas el cuaderno?
2006
Ulises Varsovia
Poeta nacido en Chile. Reside en Suiza
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