(a María Esther Piacenza, in memoriam)
Mi abuela sube a la azotea
-claraboya y sufridos malvones.
Ella cuelga su ropa cual bandera
para que el viento Sur
se lleve bien lejos
esos duros años de carestía
y fusiles fratricidas.
Palermo despierta con
un repique de tambores
que sube por Santiago de Chile
como todas las mañanas
y a pesar de todo.
La hija del viento
“Pero hay tanta soledad / que las palabras se suicidan.”
Alejandra Pizarnik
Fuiste la extranjera desangelada
en la París del paternal Cortázar,
fuiste hija de inmigrantes pobres
en la Buenos Aires del genial Borges
y tuviste que sobrevivir en los márgenes
-cafés poblados de humo y bohemios de pelo largo.
Escribiste en el subte o el colectivo
para las chicas que iban a la oficina
y soñaban con hallar un buen marido.
Al fin deambulaste angustiada
por los senderos de Parque Lezama
en aquella cruel primavera del 72
cuando las palabras te abandonaron
y te dejaron huérfana y desnuda
caminando por la cornisa.
Juventud
(para Roberto Beltrami)
Fue la magia nocturna
de aquellos fogones y
campamentos junto al mar.
Fueron canciones bajo las estrellas,
sintiendo el calor de la amistad,
el metejón con una muchacha o
el llamado misterioso de Dios.
Primeras Epifanías cuando todo comenzaba
y la vida era un cuaderno en blanco.
Acto de fe
“Si puede vivir sin escribir, entonces no escriba.”
R. M. Rilke
Aunque casi nada perdure
Pues el tiempo implacable
devora días, meses y años.
Escribirás para respirar,
para vivir y no solo durar.
Y aunque parezca en vano
ejercer este oficio de réquiem,
un fuego sagrado arderá todavía
en el corazón de tus lectores
cuando tú ya seas polvo y cenizas.
Poemas del libro del autor: Postales y Fotografías
Daniel Abelenda Bonnet
Carmelo, Uruguay
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por pasar por aquí.
Deseo hayas disfrutado de los textos y autores que he seleccionado para esta revista literaria digital.
Recibe mis cordiales saludos y mis mejores deseos.
Analía Pascaner