Lidia, no te destines, no eres futura
Ricardo Reis
Con un soplo de naipes ha caído el castillo
esa gracia de la edad el disfraz de una fiesta el primer beso.
No me destines, poeta.
El hombre cauto guarda las cartas que no lee.
El necio las rompe por no entender.
El tiempo pasa como el río veloz de cualquier mundo.
Agria es la piel del orgullo, avaras las caricias, eterno el amor.
Necia la fe de los rebaños.
La construcción me espera, aunque sople el azar,
el viento arrastre con todo y nada por hacer.
No habrá sido el destino, sino el viento.
Tango
Misterio de verdes arboledas, certezas de juego absurdo
en calles grises y esquinas emboscadas/
El sol disputa a gritos la posesión del día
cae un albañil/ el cáncer de la abuela/ el canto de los pájaros/
la plata que no alcanza/
Deambulan en la noche mujeres de la calle, travestis,
niños de intemperie/
Vive el amor su riente orfandad/ aspira olores a café a glicinas/
a hoteles de paso/
El crimen no tiene horarios/ por odio las armas se disparan
por pasión, el puñal huele a sangre/
La muerte es un reflejo pavloviano, traga saliva
y suelta el automático/
El amor es cuerpo y duele en el cuerpo/ tos/ pérdida de peso/
inviernos con fiebres altas/ despedidas mudas/
* * *
Arroz de boda/ temor de esposa/ dolor de madre/
¿Pudieron las manos de él recorrer la piel, dar campanadas
en la breva del deseo?
¿susurran los anillos como labios?
¿Entran sin pudor, exigen cómo penetrar
cuerpos que callan sabores y olores?
¿Se agotó a sí misma, dejó una estela lunar
a orillas del lecho?
Repetición / hábito/ consentimiento/
¿En apartados rincones saboreó el llanto?
¿Se vació ante sus ojos?
¿resbaló descalza en el cemento, trepó escaleras, se hizo otra vez
y otra, hasta el estallido?
¿Condenaron su ira, su voz honda?
¿Recobró su decir, su expresión, su alegría sin mesura,
en otros labios, en otros amores, en monólogos solitarios?
Tal vez volvió sobre sus pasos, descifró su infierno y su no infierno.
Entendió.
* * *
Camino por la costa del mar
como si fuera a retener el sol de este verano en mis pies.
Marzo desparrama luz de distinta claridad
en las hojas que caen en las que crujen en las que el viento
leva suspendido en su cinta de oro
el corazón comienza a caminar por calles entrañables
de las que se fuga el tiempo para recomenzar.
Elena Garritani
Buenos Aires, Argentina
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