domingo, 2 de marzo de 2025

Norma Dus

La hija del Turán

Cuando aprobé los severos, elevadísimos exámenes solicitados por el Palacio Real de la ciudad imperial, para llegar a Mandarín, conocí a la hija del Emperador. Tuve la misión de informar al pueblo y a los pretendientes, que ella solo se casaría con el Príncipe que respondiera correctamente los tres enigmas propuestos por ella. 
Su carácter es implacable, crudo, despiadado. 
La plaza del palacio está llena de picas con cabezas humanas, de anteriores interesados, quienes no consiguieron descifrar los misterios, y su suerte fue dejar su cabeza empalada. 
Aquella noche, el pueblo esperaba la ejecución del Príncipe de Persia. Solo faltaba que saliera la luna. Hombre joven y apuesto. La muchedumbre presente como de costumbre, la Princesa manteniendo su veredicto y los ocupantes de la casa real en los jardines. 
Ella también es muy joven y bella, pero inclemente, inflexible, no olvida a su abuela. 
Entre el gentío, está Calaf, hijo de Timur rey tártaro junto a Liú, su esclava. Todos huyendo de sus enemigos. 
En el palacio están los tres ministros, Ping, Pang y Pong, que al igual que yo, se hallan cansados de las ejecuciones, añorando la paz de sus hogares, sin sosiego, pero debemos seguir. La Princesa ha llegado a la edad casadera y proseguiremos escuchando el gong del nuevo aspirante. ¡¡¡Los Ministros ruegan a sus dioses que aparte esta maldición de China!!! Yo también… 
Esta noche, sonará tres veces el gigante gong, nuevamente. 
La Princesa otra vez planteará los tres acertijos. Ella misma otorgará su mano, si son respondidos correctamente. 
El Príncipe desconocido, al ver la hermosura, el esplendor de la soberana, a pesar de las advertencias, consejos previos de su padre, la declaración amorosa de Liú, sufre un enamoramiento fulminante… Sonó tres veces el gong… 
Calaf se apresta a responder. 
Turandot advierte que ella es la reencarnación de la princesa Lo-u-Ling, su abuela, flor inmaculada, que un despiadado invasor la arrastró hacia la noche, amordazando sus gritos. Turandot ha declarado a todos los hombres sus enemigos. Nunca será poseída. Ella vengará la pureza mancillada de Lo-u-Ling. Y luego le anuncia cada uno de los tres enigmas: 
El primero: “Cada noche nace, cada día muere. La muerte es solo una”. 
El extranjero responde: “La Esperanza”. 
Turandot se sorprende. Como todo está escrito, los sabios consultan los pergaminos, la respuesta es correcta. 
La Princesa plantea el segundo: “Surge como una llama y no es llama. Si se pierde o te mueres, se enfría. Tiene una voz que escuchas palpitante”. 
El joven, nervioso, pero seguro revela: “La Sangre”. El Emperador observa, el público escucha atento. Y los sabios aprueban. 
La muchedumbre alienta al Príncipe. Turandot está indignada, pero plantea la tercera adivinanza: “Si libre te quiere, te hace más esclavo. Si por esclavo te acepta, te hace Rey”. 
El pretendiente, ya desbordado y de rodillas, responde: “TURANDOT”. Los sabios leen y afirman. El pueblo vitorea. El Emperador sonríe… 
Turandot suplica a su padre que no la entregue, pero ya de pie le manifiesta que la palabra es sagrada. Y la Princesa en un arranque de furia le grita al vencedor: “Nunca seré tuya”, quien astutamente le expresa: “No lo serás, si logras adivinar mi nombre”. 
Inmediatamente la orden que se recibe en todo Pekín, dada por Turandot, es que nadie duerma hasta saber el nombre de ese Príncipe desconocido. Así los Ministros ofrecen recompensas en mujeres y joyas al extranjero con tal de que olvide a la pretendida consorte. El pueblo quiere matarlo. Los soldados torturan a Timur, y a Liú, y nada se consigue. 
Solo Liú vaticina a Turandot que lo amará, y se suicida. 
Quedando solo Calaf y la Princesa, en la plaza del palacio, ya que el pueblo huyó, él la besa apasionadamente, con tal embeleso que le declama su nombre. 
Así Turandot, tiene la libertad de elegir, seguir siendo libre o llevarlo frente al Emperador, los ministros y mandarines, y decir: 
“Conozco el nombre del extranjero”, como lo llama, y como hace. 
Calaf empieza a sufrir, esperando lo peor, su condena. 
Murmurando, Turandot declara: “Su nombre es Amor”. 
Y yo, como Mandarín de la Corte, después de muchos años, al igual que los ministros, hemos vuelto a tener paz, al ver que la rebelde Princesa ha sido vencida por el amor. 


Versión en adaptación libre de ‘Turandot’, ópera italiana. Giácomo Puccini - Adami / Simoni. 
De: Las hijas del Turán. Este libro de la autora contiene 19 cuentos basados en argumentos de óperas, donde la autora se introdujo como personaje secundario para desarrollar la historia. 

Norma Dus 
Nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina 

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