lunes, 22 de abril de 2024

Norma Dus

Reflejos 

Los habitantes de Greytown eran severos, victorianos. Cerrados a los preceptos liberales. 
El cura, un hombre esquivo, hablaba poco y castigaba mucho con sus sermones. El policía tenía poco trabajo y era muy amigo del alcohol y del Backgammon. Junto al Comisionado, mantenían un tranquilo pasar, conocían a todos y de todos sabían vida y obra. 
Daphne era una muchacha devota, servicial, que trabajaba como portera de la escuela. Había tenido un hijo, del cual no se conocía al padre. En su casa, donde alquilaba pequeñas habitaciones a los infrecuentes viajeros, se hospedaban algunos hombres que de vez en cuando visitaban los pocos negocios que había en el poblado, trayéndoles diversas mercaderías. Ella siempre se preocupaba en hacer saber que “su honor nunca sería mancillado por un esporádico forastero, jamás”. 
El niño de Daphne había nacido con cabellos rojizos y ojos clarísimos. Todos supusieron un desliz de la desdichada mujer. 
Y Daphne volvió a estar embarazada. Corrieron los meses y los corrillos vecinales ya no fueron disimulados. Las miradas de rabillo la incomodaban. Estaba asustada, temía por la reprimenda popular. Otra vez el recién nacido era pelirrojo. Su piel, tan blanca que parecía de marfil. 
Fue para todos una sorpresa. En el pueblo no había pelirrojos. 
En esos días, una bacteria había llevado a varias personas a estar internadas en el hospital. Entre ellas y por contagio producido en la celebración dominical religiosa, fueron internados el comisario, el cura y el Comisionado. 
El tiempo pasaba y las complicaciones pulmonares hacían que los tres hombres permanecieran en cuarentena. Cada uno iba sobrellevando el deterioro físico como podía, soportando calladamente el estado febril. Pero a uno de ellos la angustia le carcomía las horas. En medio de balbuceos y quejidos, pidió un espejo. 
La enfermera de turno no comprendió. Le hizo repetir la frase, pensando que deliraba. Volvió a escuchar y a entender lo mismo: “Quiero un espejo”. La mujer, con asombro y determinación, primero midió la fiebre al paciente, y viendo que la misma era mínima, que no había delirio, procedió a traer el espejo. 
El hombre lo tomó rápidamente y miró su cabeza. Se sentía desesperado porque el paso de los días había hecho crecer su pelo renegrido y comenzaban a verse los reflejos de pelirrojo en sus raíces. 
Al poco tiempo, la incorruptible iglesia se quedaría sin cura. El mismo había sido expulsado con violencia por los feligreses, salvándose de un linchamiento gracias a su amigo funebrero, que lo sacó escondido en el furgón de entierros. 
Daphne y los dos niños, esperaban ocultos en la cabina del conductor. 


Del libro inédito de la autora: El camino de libra. Editorial Yzur, 2022 

Norma Dus 
Poeta de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina 

2 comentarios:

  1. Hola Analía, como siempre super interesante CON VOZ PROPIA!!! Muchas gracias por la publicación de mi cuento. Abrazo, Norma Dus

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    1. Buenos días Norma:
      Muchas gracias por tus palabras elogiosas y por permitirme compartir tus letras, con todo gusto.
      Mi abrazo y mis mejores deseos

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Analía Pascaner