lunes, 22 de abril de 2024

Damián Andreñuk

Otoño

De nuevo otoño 
y sus hojas escarlata. 
Un dragón azul oscuro 
desciende imperceptible desde el aire. 
Es hora de escondernos las heridas 
y hacernos más fuertes. 
Aunque llueva y haga frío 
y los anocheceres entristezcan. 
Han quedado algunas flores. 
Algunas flores lo resisten casi todo 
como también ciertos humanos. 
Ahora es más débil el sol. 
Es más valioso el colibrí 
libando los jazmines. 


Nanas para Sofía 

Con audacia de locura o ebriedad 
                         llegaste al mundo. 
Eras tan frágil 
como un pétalo en el aire. 
Como un bellísimo sonido 
        que se desvanece. 
Como un pequeño colibrí 
libando las hortensias. 

Tus diáfanos deditos se movían. 
Desde otra dimensión 
tus ojos exploraban. 

Con audacia de locura o ebriedad 
                         llegaste al mundo. 
Los pimpollos estallaban ferozmente 
como bombas de rubíes. 
Había un rocío luminoso, una magia indescifrable. 
Cantaban los zorzales como enardecidos 
                                    y ajenos a todo. 
Un dulce aroma de jazmines florecidos 
inauguraba tus Milagros. 

Con audacia de locura o ebriedad 
                         llegaste al mundo. 


Sueño azul 

Ignorar la belleza vacía de flores de plástico 
andar sobre traiciones oscuras puñaladas de veneno 
afrontar las verdades tenebrosas 
nutrirse de verdades benignas 
observar con estoicismo un perro muerto al lado del camino 
escribir con un desquicio lúcido amando desafiando 
rezar con humildad de santo que mendiga 
poner la otra mejilla hasta dos veces 
perdonar lo perdonable setenta veces siete 
dar con la palma verduras a un caballo 
volver de un sueño azul donde abrazamos a los antepasados 
desasirse con valiente libertad de pensamientos que torturan 
repeler con elegancia las garras de las bestias. 
Victorias cotidianas máximas inadvertidas. 


La mujer mágica 

Entre bestias opacas que no aman. 
Entre seres con un odio que les crece como las hogueras. 
Entre monos decadentes que no pueden trascender la genitalidad 
Lara sabe que hay pobreza en toda inconciencia. 
En la supuesta lucidez que sólo es ceguera. 
En continuas carcajadas vacías. 
En quienes deciden arrastrarse como las lombrices. 

Ella prefiere la energía de las flores 
para encender su canto. 
Tiene su luz, su libertad y ciertas lealtades: eso le basta. 
No hace un altar a sus heridas. 
No vive maniatada en la domesticación. 
No compite ni se angustia por trofeos de espuma. 


Damián Andreñuk 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

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