lunes, 22 de abril de 2024

María Cristina Berçaitz

Distancia 

A mis hijos 

Llora corazón por soles dividido, 
de ternura rebosante. 

Tres golondrinas vuelan de ti 
hacia nortes distantes 
mientras dos de ellas, 
intangibles, 
se acurrucan en mi regazo. 

Seré cadena de eslabones 
encendidos de rocío, 
plena de amor y esperanzas. 

Alma mía, 
cruza en mi anhelo la distancia. 

Rueda, rueda, luna estrellada, 
forma una sutil, nostálgica alianza, 
vela mis cielos lejanos, 
asiste a este corazón dolido. 

El mar invade mi rostro 
frente a vitrales de exilio. 


Tus ojos, tu mirar 

No necesito tus versos 
para saber que me amas, 
ni siquiera tus palabras, o tus besos, 
me basta con tu mirada. 
Esa forma de mirarme 
dulce, tierna, 
despojada de maldades y de sombras, 
que me va inundando el alma. 
Esos ojos que hoy se turban 
o que saltan entre risas 
me acarician en silencio, 
me acarician y me aman. 
Esos ojos que hoy tan tristes 
evitaban el mirarme 
mientras fruncías los labios 
como mordiendo las lágrimas
pensando en la despedida. 
Sé que esos ojos 
que hoy me esquivan, 
cuando vuelvan a mirarme, 
van a llenarme de vida. 


Oración 

Acúname en tu vientre, madre, quiero sentir tu calor. 
Ocúltame en tu pecho, madre, abre mi cielo a tu sol. 
Recuérdame como niño, madre, sonríeme con amor. 
Deja fluir la vida, hijo, así no sientes dolor. 
Abrázame con ternura, madre, aleja de mí el dolor. 
Lava mis manos con tu llanto, madre, vuélveles el resplandor. 
Bésame con dulzura, madre, y repite tu canción. 
Deja fluir la vida, hijo, para curar el temor. 
Consuélame en la noche, madre, y mitigarás mi dolor. 
Confórtame con tu canto, madre, retira el miedo de mi corazón. 
Rescátame de la tierra, madre, es dura mi condición. 
Deja fluir la vida, hijo, para sentir su calor. 
Acaricia mis mejillas, madre, suaviza en mí la aflicción. 
Ayúdame a enfrentar la vida, madre, dame un poco de tu sol. 
Acompáñame, madre, no me dejes caer en las sombras del dolor. 
Deja fluir la vida, hijo, y no olvides este amor. 


Beirut, la eterna 

¡Oh, Beyrouth! que otrora fuiste hermosa 
hoy te muestras destrozada. 
La guerra que sucede a la guerra 
te acorrala, 
los hombres que destruyen más que bombas 
contigo se ensañaron. 
Hoy muestras abiertas tus heridas, 
ventanas que el fuego ennegreciera,
techos caídos, balcones destruidos 
que cual bocas abiertas se devoran 
todo el dolor y el llanto de tus hijos. 
¡Oh, Beyrouth! que fuiste “la perla del oriente” 
cual obstinada parra al suelo aferrada 
insistes en vivir y 
sobre escombros siembras esperanzas 
y tiendes ropa limpia de barro y 
sangre de tus hombres
entre las piedras destruidas de tus casas 
mientras tus hijas acarician al obrero en la mañana, 
mecen al retoño… y siembran esperanzas. 
¡Oh, Beyruoth! 
Otra vez la vida surgirá de tus entrañas. 


María Cristina Berçaitz 
Valencia, España. Poeta nacida en Buenos Aires, Argentina

2 comentarios:

  1. Felicitaciones a "con voz propia" por publicar a tan buenas escritoras, como es Maria Cristina Bercaitz.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu lectura y tus palabras, Martha.
      Mi abrazo y mis mejores deseos

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