Esas manos benditas
que usas para acariciar,
para trabajar,
para navegar por un mar
de sonrisas,
esas manos son
las que la mujer ansía
para entregarle su amor.
Esas manos benditas,
las que pueden amasar,
cultivar, acariciar,
son ejemplos del amor,
que siempre debemos
entregar con fuerza
a la mujer amada.
Bendito el hombre
que no usa sus manos
para golpear y destruir
el amor bendito.
Sí, para convertir
sus sueños en realidad.
Esas manos benditas
son las que debemos
siempre cuidar.
Nuestra porfía
Hay algo que no entiendo:
¿Para qué Satanás dividió
el coronavirus en variantes?
No, no era necesario,
¿Para qué?
Los gobiernos, con los sistemas
aplicados en la corrupción,
ensalzaron sus bolsillos,
los de su familia,
la familia empresarial y política,
dejando de lado
a los que creyeron en él.
Tergiversaron la mente
de las futuras generaciones,
los convirtieron en máquinas,
en zombies, ya no piensan,
sólo actúan haciendo el mal
pensando que lo que hacen
está bien, que es sólo un juego.
Todavía encerrado en mi hogar
busco la respuesta:
¿Para qué lo hizo?
Cuando con sólo nuestra porfía
era suficiente para ganar
la demoniaca batalla.
A la expectativa
Ocurra lo que ocurra,
pase lo que pase,
el amor abandonado,
erradicado del corazón,
sigue a la expectativa.
Siempre dice:
son inteligentes
saben que les hago falta,
saben que sin mi
su vida se convierte
en un caos,
en un infierno.
Por eso sigo aquí,
a la expectativa,
esperando el llamado,
cuando entiendan
que la mujer y sus hijos
son la base de la vida.
Confío en ellos,
sé que van a cambiar.
Ricardo Ponce Castillo
Coquimbo, Chile
Hay en Ricardo una gran fe ,necesita creer en la bondad del hombre, en medio del caos actual, de la violencia, hasta parece un crédulo, pero quiero pensar que es un esperanzado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura y tus conceptos, Haidé.
EliminarMi abrazo