A Felisberto Hernández
(Montevideo, Uruguay – 1902-1964)
En el viejo Montevideo
de casas quinta del Prado
y el chirriar de los tranvías
vives una infancia marcada
por el piano y armonía.
Suenan por todo el Sur
las piezas de tu autoría
como Crepúsculo y Primavera
hermosa sonoridad
y tu gran fuerza emotiva.
Vendrá la metamorfosis
a máquina de narrar.
Las teclas y partituras
ahora descansarán.
La música siempre será
el sostén de tu escritura
la pluma tu nueva arma
gran creador de literatura.
Francotirador de metáforas
siempre en el blanco tú das
y partes una vez más
enfundado en un negro gabán
que absorbe la oscuridad.
Las lámparas encendemos
leve amanecer solar
para una lectura de cuentos…
“fantásticos”
que la noche romperán
y viendo como la vida
entre las letras se va.
Danza marina
El mar escupe
un pedazo de cielo
y
lo transforma
en blanquecina
y
burbujeante espuma
que desnuda
y
alisa piedras
y
el oleaje
masajea
y
lustra conchas.
Los vestigios
semi enterrados
duermen en la orilla.
Fin de la danza marina.
El camino
Antes de la lluvia
el cielo muy bajo
estaba pintado de anaranjado.
El dormido silencio de los pájaros
es interrumpido
por una llovizna vertical,
persistente,
que va plateando y agrisando
el camino.
El aire tiene alguna cicatriz
arrastra agridulces rencores
en un peregrinaje
largo y penoso.
De los árboles
pende una melancolía crónica.
A la vera del camino,
las flores se abren en silencio;
hermoso mestizaje de colores
ilumina el camino;
una incertidumbre acicateada
por la esperanza.
Daniel Gorosito
Nació en Montevideo, Uruguay. Reside en Irapuato, México
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