y en el día en que en alas de misterio emprenda mi última aventura.
Estás cuando la brisa me acaricia
y el sol asoma al mapa de mis sueños.
Es tu sonrisa ternura en el misterio,
y tu voz, ejemplo que me guía.
En este intenso devenir, los años
golpearon mi barca a la deriva,
y fue tu mano que me acercó a la orilla,
cuando la tempestad me acorralaba.
En los cristales de mi ventana iluminada
dibujo tu rostro con mis dedos,
y regreso a la infancia, a los juegos,
a la vieja estación abandonada.
El pitar de un tren a la distancia,
atravesando la neblina del presente,
irá dictando brusco, insistente,
el momento de emprender la retirada.
Y allí estará tu mano en la parada
de la estación donde termina el recorrido,
en un andén para mí desconocido
¡en esa dimensión donde me aguardas!
Romance de distancias
Y viajé adormecida
por paisajes distintos,
donde la enredadera
abrazada a la fronda,
dirigía un concierto
de pájaros silvestres,
y repetía la tarde
mensaje que te nombra.
Junto a las mariposas
volando con la brisa
viajaban sueños nuestros
ahogados de silencios
y un sendero al pasado
levantaba sus muros
bloqueando la esperanza
de traerte al presente.
En la esquina del alba
rescoldos de una hoguera,
humeaba su nostalgia
sin aceptar reclamos.
Y enfrentando silencios
me acerqué lentamente
a un río de recuerdos
perdidos y profanos.
Allí, ya sin palabras
luchando con el llanto
volví tras de mis pasos,
aullé sin tu presencia
y entornando los ojos,
alejé los fracasos
hundida en el misterio
de tanta indiferencia.
Lucía
Olvidada en un rincón
las mejillas tiznadas de distancias,
la encontré.
Mi primera muñeca,
la que dejó Melchor
en mis zapatos
un seis de enero distante
y mis cuatro años
azorados contemplaban.
¡Un milagro de amor!
Su nombre fue Lucía
y la acuné entre mis brazos,
atesorando ingenuamente
la ilusión.
Después…
El tiempo fue pasando
y la olvidé.
Quizá mi adolescencia
había descartado la inocencia,
para explorar caminos más osados.
¡Cuánta distancia desde aquel entonces!
¡Cuántos sueños escondidos en las sombras!
¡Cuántos eneros pasaron por mi vida!
¡Cuántos encuentros, cuántas despedidas!
Hoy:
Extrañé su rostro fabuloso,
corrí a su encuentro…
Me miró, temblé, no era la misma,
había dolor en sus ojos amatista
mientras un rayo de sol acariciaba
una lágrima que lentamente resbalaba
descubriendo en sus mejillas, implacable…
¡Las señales que el tiempo no perdona!
Del libro de la autora: Destino de Gorrión
Lydia Pistagnesi
Banfield, Buenos Aires, Argentina
Queridísima Analía Pascaner, .
ResponderEliminarAl encontrarme en tu importante revista ,"Con vos propia" me sentí honrada y muy feliz.
Gracias dulce amiga por tanto cariño y por seguir adelante llevando en alto tus sueños de trabajar para la Cultura de Argentina y el Mundo
Muchas gracias a vos por tus conceptos, mi querida Lydia.
EliminarMe encanta que te haya gustado verte publicada en las páginas de la revista con voz propia, con todo mi cariño.
Mi abrazo y mis mejores deseos
Tiernos recuerdos, eres dichosa de tenerlos Gracias por compartir
ResponderEliminarAgradecida por tu lectura y tu comentario, Mimí.
EliminarMuchos cariños