viernes, 16 de septiembre de 2022

María José Calatayud Ponce de León

Silencio sin retórica 

No tengo voz. 
La dejé esperando una palabra 
en el ángulo incierto de la tarde. 
No pude articular ni una sílaba 
y fui como el silbido de ese viento
que traspasa la copa de los árboles 
meciendo soledades. 

El nudo en mi garganta 
se quiso volver llanto 
y tuve que tragarme hasta el último acento 
porque no entenderían 
que era por esta tierra dolorosa. 

Y me volví silencio, 
silencio sin retórica.

Fue ayer cuando me dijo el árbol: 
-No eres nadie,
tan solo con dos ramas 
y dos raíces en tierra. 
Eres débil y tu copa parece 
un final sin terminar de la espesura. 
Mira la sombra que produce mi copa. 

Y me vi reflejada 
en el espejo redondo de una lágrima. 
Y miré la majestad del árbol 
y entendí porque mi voz 
era un tallo quebrado en mi garganta. 

Y ya no tengo voz, 
porque grité tan alto 
que cimbré la copa engreída de ese árbol 
y doblé mis ramas 
hasta tocar la punta húmeda de mis raíces
y la tierra se abrió sin hacerme preguntas, 
como si comprendiera mi silencio
y perdonara 
sembrando ante mis ojos 
multitud de semillas con las voces 
que quisieron callar y florecieron. 


La esperanza 

Ya anduve atardeceres 
y fui con las auroras 
a surcar por encima de tus sueños. 
¿No crees que ya pasaron las libélulas 
que debieron anunciar que llegarías? 
Y me quedé esperando en ese ocaso 
que inventaste para mí esa tarde.

-No esperes nada, 
dijeron los silencios del arroyo 
que baja de las altas serranías, 
reflejando el vuelo de las aves 
cuando completan su círculo amoroso 
y vuelven, colmados sus instintos,
a su lejano peregrinar de verdes nuevos. 

Y no volví a esperar, 
Traigo aroma de madera derramada 
bajo la húmeda soledad de los recodos 
y el color de la herida que el relámpago 
abrió en el cielo gris de la tormenta. 

La desnudez del agua transparenta mi cuerpo 
y tengo la limpidez del aire que se adentra en la sangre 
con el rojo calor de los incendios. 

No me importan la noche ni los vientos, 
ni su ausencia vagando en los rincones. 
Hoy se llenan de luces mis pupilas 
cuando despierto y sé que ya no espero. 


María José Calatayud Ponce de León 
Costa Rica

2 comentarios:

Muchas gracias por pasar por aquí.
Deseo hayas disfrutado de los textos y autores que he seleccionado para esta revista literaria digital.
Recibe mis cordiales saludos y mis mejores deseos.
Analía Pascaner