Hay un aire a libélula en la tarde.
Un aire a serenatas trasnochadas.
Un aire a madre, a rocío y violetas.
Hay en el aire un sabor a nostalgia, que duele hasta morir.
Hay un susurro incierto que enmudece las mazorcas.
Hay espectros que semejan sombras.
Al intentar tomarlas se evaporan
y no se sabe adónde ni porqué ni en que luna partieron.
Hay, sin embargo en el aire embriagado de la tarde,
Olor a jarillales, a pan casero, a rezo.
Inocencia que mira el horizonte, abrazada a la muñeca de palo.
Está, el asombro cabalgando en tardes de vitrales.
No está la anciana, ni la mujer, ni la niña ni el hombre
Tampoco está la infamia.
Hay en el aire un sabor a nostalgia, que duele hasta morir.
Amelia Arellano
San Luis, Argentina
Maravilloso el poema de Amelia Arellano, una de las voces más sorprendentes y reveladoras de la poesía de estos años.
ResponderEliminarhay tambien , un sueño, intenciones del mejor mañana, en lo nuevo de la intencion constante, el poema
ResponderEliminarMe alegra encontrar este espléndido poema de Amelia Arellano, siempre dueña de una sensibilidad a flor de piel que no duda en poner de relieve imágenes poéticas insospechadas.
ResponderEliminarGracias mil.
Poesía, Lina, Roberto:
ResponderEliminarMuchas gracias.
Mi abrazo