Empezó haciendo poemas que podría haber escrito cualquier lector.
Inventó una ciudad, con sus calles y sus mitos, que lleva por nombre Buenos Aires.
Expuso a un grupo que, desde varios países, conspiraba en secreto para crear un nuevo mundo. Después, nuestro escritor no dejó de atacar a otro grupo, que operaba tan sólo en el país.
Como iba perdiendo la vista, temió que un día lo compararan con Homero.
Ninguno de los dos temió a la muerte.
Trajo muchas cosas de sus sueños, y del sueño de algún otro una flor.
Nadie baja dos veces a las aguas del mismo río –solía sentenciar.
No sabía si era él u otro el que escribía sus propias páginas, como ya le había pasado al autor del Quijote.
La lectura de su obra es infinita, y la de cualquiera de sus partes.
Marcelo Sánchez
Buenos Aires, Argentina
Me gusta, me gusta especialmente porque le encuentro una fuerte conexión con lo que el título sugiere. Destaco la sutil ironía con la que va abordando cada párrafo y se agudiza hacia el final.
ResponderEliminarGracias y un buen 2022.
Muchas gracias Lina, también un muy buen año para ti y tu gente.
EliminarMi abrazo