Desde que te has marchado
está melancólico el jardín
Se han marchitado las rosas
que florecían a la aterciopelada caricia de tus manos
Se han cubierto de hierba las palabras de amor
que bajo el resplandor de las estrellas del cielo pronunciamos
Se han caído amarillentos de las ramas de los árboles
al primer soplo del aire del otoño
los tiernos sentimientos
que habíamos colgado como frescas hojas verdes
Se han mojado los besos de pasión
que cual frutos maduros de nuestro amor ardiente
habíamos cortado del rincón del jardín florecido
Se han formado en la tierra endurecida
surcos de agua salobre en espiral
Ha dejado de trepar por el muro de piedra la hiedra.
Ahora tu ausencia quema como el fuego el corazón
Ahora tu recuerdo es una inmensa roca
que aplasta el pecho
Ahora el lejano eco de tu voz es una nota triste
que atormenta las entrañas del alma.
Olvidemos pues
los días nublados que criaron la separación
aquellos días sombríos en que caminamos
por las escarpadas pendientes del dolor.
Vuelve y asómate como el alba despejada
con el sol de miel dorado sobre tu rostro celeste
y seca la tierra empapada de lágrimas.
Del libro del autor: Poemas de fuego. Casa Editorial Punto Rojo Libros, 2018
Isidoros Karderinis
Atenas, Grecia
Es increíble, leo este espléndido poema y le encuentro una profunda esencia mediterránea que de inmediato asocio a la poética griega contemporánea (Ritsos, Kavafis, Seferis, Elytis...).
ResponderEliminarEn fin, muchas veces existe un algo indecible que define (o delata) el aire de su procedencia.
Asombroso.
Me encantó tu apreciación, querida Lina. Muchas gracias!
EliminarMi abrazo
Hermoso y evocador poema.
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Cristina.
EliminarCariños