a la bachata y al merengue.
Los vendedores recitaban sus productos en una oración
cuando subían y bajaban en los semáforos:
galletas, rollos, dulces empaquetados.
Al llegar, pusieron nuestras maletas sobre el manillar de sus motos
y a nosotros detrás.
Oímos los gallos cantar.
Vimos a las mujeres barrer sus porches,
echarles agua,
si ese día tenían agua.
La música sonaba siempre
en una eterna fiesta
si no había un corte de luz.
Vimos los camiones llenos de plátanos verdes que nos ofrecían.
Las niñas vendiendo palomitas dulces en un cubo.
Altavoces desde los coches que anunciaban entierros,
consultas médicas de charlatanes,
eventos para recoger fondos contra el cáncer,
con los militares siempre vigilando.
Los mercadillos abarrotados de verduras y hortalizas,
peluches, zapatos, vaqueros, gorras y camisetas desechadas por otros.
Comimos frijoles, lambí, pica pollo, tostones,
frutas de sabores auténticos.
Tomamos zumos inolvidables.
Todos nos saludaban, nos conocían,
y
sonreíamos.
* * *
Van por las calles los limpiabotas
con sus cajas de madera rústica
manchadas de betún de los cepillos.
Son los haitianos que han emigrado
donde otra pobreza los cobija.
Se les oye jugar, gritar,
escuchar música,
(alguno tiene un móvil),
en casas deshabitadas y en ruinas,
rodeadas por maleza y basura,
donde comen lo que les han dado,
lo que han encontrado en el mercado,
en el suelo o en los árboles.
* * *
El día de los muertos.
La fiesta más grande del pueblo haitiano.
Se pintan hermosas caras con acrílicos.
La discoteca en blanco y rojo.
Igual que en los 60.
Los camareros tan lindos ellos.
La mejor música que podíamos oír.
Las reuniones familiares.
Tomando.
Tocando.
Ríos de pobreza compartida.
Han conseguido alejarse del cementerio un año más.
Del libro de la autora: Entre Dominica y Haití
Áurea López Quiles
Alicante, España
Fiel pintura de la realidad caribeña humana. Todos y cada uno, tratando de subsistir, ahuyentan sus pesares valiéndose del ritmo de cálidos sones musicales.
ResponderEliminarGracias por difundirlo, querida Analía.
NI AUN VIÉNDOLO SE CREE DE COMO SON ESAS VIDAS, ESTAS POESÍAS SUENAN TAN A REALIDAD QUE NOS ESTRUJAN EL CORAZÓN. Y TERMINAMOS ACEPTANDO QUE EXISTEN.
ResponderEliminarMuchas gracias, Lina y Haidé.
ResponderEliminarMi abrazo
Hermosa forma de pintar en palabras realidades que duelen. Gracias por compartir la belleza del espíritu que irradian estos versos
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Francisco.
EliminarMis cordiales saludos
Analía Pascaner