Se arrodilló con devoción y besó la santa tierra de su patria
Como un pájaro errante pasó cincuenta años emigrante en la ingrata tierra extraña
Luego miró a las montañas desnudas enfrente que aún resplandecían
Y una flor nueva brotó en su corazón dolorido.
Ansiaba desesperadamente contemplar su casa paterna de piedra
Que tenía en el patio un hondo pozo y jazmines enredaderos
Pero también caminar por el barrio humilde con sus calles sucias
Y recordar cuando jugaba a los bolos con los demás niños.
Quería visitar en el cementerio las tumbas de sus padres
A las que altos cipreses prestaban sombra para dejar flores moradas
Ahora que estaba en el ocaso de sus ojos maltratados
Y pedirles que lo acogieran en su cálido abrazo.
Loro perdido
Por las anchas calles de la inmensa ciudad
Voy buscando un loro que he perdido.
Las palabras que brotaban de su pico
Hacían florecer las curvas ramas de mi alma.
Ahora no escucho en parte alguna su voz humana
El ruido de los vehículos la ha cubierto por completo.
Y la vara brillante del sol estival
Golpea sin piedad sobre mi cuerpo moreno.
Poemas del libro del autor: Poemas de fuego. Casa Editorial Punto Rojo Libros, 2018
Isidoros Karderinis
Atenas, Grecia
Gracias Isidoros por emocionarme con tus poemas. Me he sentido emigrante en tu recorrido que tantas veces siento es el mío y por momentos parte de la búsqueda del loro y penar su ausencia, en eso del poder de florecer las curvas del alma.. Muy bellos. Gran abrazo para tí y para Anita por la edición.
ResponderEliminarGracias, Analía, por traer estos poemas que, como verdaderas pinturas áticas, colman nuestro espíritu con su belleza.
ResponderEliminarSiempre agradecida por vuestros comentarios, queridas Ana y Lina.
ResponderEliminarMi abrazo