Zorzales peregrinos
Perdió
su propio rastro y empezó a buscarlo en un claro de luna. En el rayo de un sol
malhumorado. En el capricho del viento, en madrugada. Enraizada en arcanos
ancestrales empujaba cada hilo conductor de su propia maraña heredada.
Odió
ese fuego que sentía extra mundano, casi hierático ardiendo como caldero
circulando por sus venas a las que imaginó flacas, pálidas, como si fueran una
vara de plástico envolviendo los secretos de un pequeño grimorio*, su propia
vida, su esencia. Era como si las venas mantuvieran atada su debilidad
inadvertida por todos, resguardándola en un cofre de silencios.
Pensó
en esa especie de potrada ya crecida, que la impulsó a desafiar los peores
temporales, tratando de sobrevivir como una pajarilla revolcada en un nido de
estiércol. Rememoró su pasado fantasmagórico bailoteando entre las horas de su
hoy desgastado. Sonrió a medias al recordar la admiración que provocaba a todo
aquel que la conociera:
-Es
tan fuerte, decían
-Soy
tan débil, sabía.
Así
transcurría lo que conocía como vida, ella misma fue creadora de una imagen
distorsionada sin darse cuenta, creyéndose arquitecta de su propio desgarro inadvertido,
aceptando cargar culpas no propias, tragando agravios en un mundo donde las
injurias son como una constante naturalizada. Aunque perturben.
En el
ocaso de su vida ya deshecha antes de tiempo, antes de ahora, no fue suficiente
el canto de los zorzales peregrinos para espantar de su alma tantas ausencias.
Así siguió caminando quién sabe hasta cuándo.
Nota
de la autora:
*grimorio:
tipo de libro de conocimiento mágico europeo, generalmente datado desde
mediados de la Baja Edad Media hasta el siglo XVIII, y son muy pocos los que se
datan en fechas anteriores al siglo XIII
Nechi Dorado
Buenos Aires, Argentina
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Analía Pascaner