domingo, 5 de abril de 2020

Nechi Dorado


Zorzales peregrinos

Perdió su propio rastro y empezó a buscarlo en un claro de luna. En el rayo de un sol malhumorado. En el capricho del viento, en madrugada. Enraizada en arcanos ancestrales empujaba cada hilo conductor de su propia maraña heredada.
Odió ese fuego que sentía extra mundano, casi hierático ardiendo como caldero circulando por sus venas a las que imaginó flacas, pálidas, como si fueran una vara de plástico envolviendo los secretos de un pequeño grimorio*, su propia vida, su esencia. Era como si las venas mantuvieran atada su debilidad inadvertida por todos, resguardándola en un cofre de silencios.
Pensó en esa especie de potrada ya crecida, que la impulsó a desafiar los peores temporales, tratando de sobrevivir como una pajarilla revolcada en un nido de estiércol. Rememoró su pasado fantasmagórico bailoteando entre las horas de su hoy desgastado. Sonrió a medias al recordar la admiración que provocaba a todo aquel que la conociera:
-Es tan fuerte, decían
-Soy tan débil, sabía.
Así transcurría lo que conocía como vida, ella misma fue creadora de una imagen distorsionada sin darse cuenta, creyéndose arquitecta de su propio desgarro inadvertido, aceptando cargar culpas no propias, tragando agravios en un mundo donde las injurias son como una constante naturalizada. Aunque perturben.
En el ocaso de su vida ya deshecha antes de tiempo, antes de ahora, no fue suficiente el canto de los zorzales peregrinos para espantar de su alma tantas ausencias. Así siguió caminando quién sabe hasta cuándo.

Nota de la autora:
*grimorio: tipo de libro de conocimiento mágico europeo, generalmente datado desde mediados de la Baja Edad Media hasta el siglo XVIII, y son muy pocos los que se datan en fechas anteriores al siglo XIII

Nechi Dorado
Buenos Aires, Argentina

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