El taller
La
escalera se afilaba
dentro
de aquella enredadera del perfume
que
subía desde el patio hasta tu pelo.
Las
ventanas cubiertas de pañuelos verdes,
para
enternecer las luces
y el
silencio.
Ladridos
de grillo cuando abrías la puerta.
Un ronroneo
mal
disimulado en el abrazo.
Nunca
tuve el coraje de entregarme
entera
y a lo largo
al
acecho deseado de tu cuerpo.
La
memoria consuela,
hasta
que llega el arrepentimiento.
Días como hoy
Días como hoy
te hacés presente
con tus frágiles dedos aniñados
la línea de luto de tu ceja
los ojos lobunos y amielados
tu boca y su beso irrevocable
el desencuentro vital que
recortó el milagro
del tiempo denso que duramos.
Días como hoy
me despierto llorando sin
saberlo
me pongo de duelo sin pensarlo
y caigo más y más adentro
en un lugar tan hondo que no
termina nunca
y abajo tan abajo que da miedo
porque estás
todavía
esperando de mí un abrazo
otro más
antes de irte
con un portazo dulce
lleno de agujas y de llanto.
Días como hoy
Desespera la ausencia
con tu boca que espera un nuevo
beso
el penúltimo siempre.
Hay días como éste
que no es cualquiera no
porque es tu cumpleaños
porque es julio
y es un invierno más
sin beso y sin abrazo
en que mejor sería no estar
o volcarme de una vez en ese
oscuro agujero
hacerme espacio y hueso donde
estuvo tu cuerpo
para renacer,
quien sabe.
Un día de estos a lo mejor no me
despierto
llorando ni de ninguna forma
y me angustia saber que en días
así
sólo vos me hacés falta,
Alejandro.
Martha Valiente
Nació en Uruguay. Reside en Buenos Aires, Argentina
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