Cuerda cortada
En el fresco jardín bajo el
viejo plátano de sombra
Cortó con los dientes la cuerda
que lo ataba al futuro.
Las violetas y los asfódelos se
mecían desconsolados
Mientras ahora caminaba por las
llanuras del cielo.
El aire exhalaba un perfume
embriagador de incienso
El sol mareado tropezaba sobre
la mar amarga.
El barco de blancas y rasgadas
velas se había entregado
A las olas que lo arrastraban a
las rocas del cabo.
Los pájaros oscurecidos
picoteaban las nubes negras
Que rompiéndose como burbujas
vertían sus lágrimas.
En la ribera
En la ribera con los ojos
húmedos y oscurecidos
Encontré a un viejo sabio que
pescaba despreocupado.
Cuando me acerqué a él con pasos
sombríos y cansados
Me dijo con su voz recia:
«Amigo
No veas el sol radiante
melancólico y triste
No veas las flores fragantes
marchitas en el campo
No veas el mar infinito y azul
en tempestad
Vive como si fueras a morir el
próximo segundo».
Barrio humilde
Las casitas del barrio humilde
hechas de adobe y de escasa altura
El sol revitalizante
desaparecido de las sucias callejas de tierra
Rostros surcados por el honrado
esfuerzo cotidiano
Y zapatos polvorientos entre el
nublado de mediodía.
En las macetas los jacintos
tienen sed de agua fresca
Las ventanas golpean por el
dolor del viento
Sueños que se apagan como el
negro humo de la chimenea
Y niños pálidos que aletean por
el cielo herido.
Del libro del
autor: Poemas de fuego. Casa
Editorial Punto Rojo Libros, 2018
Isidoros Karderinis
Atenas, Grecia
Buenas metáforas, muy descriptivo,creo que debería pintar, es lo que hace c/la palabra
ResponderEliminarGracias por tus conceptos y por tu lectura de los poemas, Haidé.
EliminarCariños, mis mejores deseos
Analía