Díptico de la Hermandad universal
I
¡Mirarte cara a cara, el desafío
de ver en otros ojos mi reflejo,
sentir tu humanidad y lo complejo
del corazón sin lastre ni desvío!
Empático reencuentro, mi navío
dialoga en ancho mar de corte añejo
contigo, bajo el signo del Espejo
que luce su tersura y albedrío.
Mi sentimiento fluye junto al tuyo
y enciendo esta emoción tan valedera
de diálogos sinceros donde intuyo
un habla ¡finalmente! verdadera
¡Luciérnagas de ideas que atribuyo
al fuego visceral de mi quimera!
II
Tenemos sangre roja y carne planetaria,
y desde los comienzos mestizados andamos,
por distintos espacios vivimos y soñamos
con nuestras esperanzas de marca milenaria.
Mi sangre es como todas, la tuya convengamos
que fluye paralela, igual y pasionaria
cargada de potencia vital y visionaria
sobre esta tierra madre por la que caminamos.
En nuestra propia esencia es donde descubrimos
el sentido de todo, la hermandad que titila
y señala los yerros que en la historia sufrimos.
Es hora de encontrarnos, ya el alma despabila
la verdad simple y pura del amor que escondimos
¡por no reconocernos, de pupila a pupila!
Irene Mercedes Aguirre
Avellaneda, Buenos Aires, Argentina
El primer poema me recuerda una letra de tango que escribí c/el título de Frente al espejo y pasó a ser Confidencial. Elemento genial y siniestro el espejo. Me gustó.
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Haidé.
EliminarCariños, mis mejores deseos
Analía