Homo sapiens
“L´homme est son choix”. Jean-Paul Sartre
¿Pero qué fue de aquel hombre y sus hembras dorsales,
fecundadas de cara a la luna de su mejor gemido?
¿Pero qué fue del hombre
que cuidara los fuegos tal como hiciera
con el corazón de todas las auroras?
¿Pero qué fue del hombre
que celebrara las lluvias, los ríos y los soles,
el alma decisiva de los árboles, la callada constancia de las flores?
¿Pero qué fue de aquel hombre y sus hembras dorsales,
fecundadas de cara a la luna de su mejor gemido?
¿Pero qué fue del hombre
que cuidara los fuegos tal como hiciera
con el corazón de todas las auroras?
¿Pero qué fue del hombre
que celebrara las lluvias, los ríos y los soles,
el alma decisiva de los árboles, la callada constancia de las flores?
¿Qué de aquel hombre que confió
diariamente sus sembrados
al misterio sagrado de la tierra
y a los mares la extendida mirada de incógnitas y esperas?
¿Y de aquél que en el pródigo espacio de su alma
se honrara con la estrella de un poema?
¿Y qué entonces de este homínido patético,
espectro de su propia calavera,
con su rostro de primate esquizofrénico
invértebrándose a la sombra de su prisa y de sus átomos?
¿Y qué de sus cilicios cotidianos
y el estertor nuclear de las ciudades,
del post mortem del ángel y las nubes
en manos de su empresa y su Aqueronte?
Acaso en una límpida dendrita, por un atajo ya del tiempo,
al cosmos le palpite todavía algún renacimiento,
un arcano con sueños de cristal,
limpios corales a flote entre violetas,
cariátides de espumas luminosas
en donde el viejo homínido fuera tan sólo un signo,
desnudo y solo, probándose de nuevo
los obstinados cromosomas del amor.
al misterio sagrado de la tierra
y a los mares la extendida mirada de incógnitas y esperas?
¿Y de aquél que en el pródigo espacio de su alma
se honrara con la estrella de un poema?
¿Y qué entonces de este homínido patético,
espectro de su propia calavera,
con su rostro de primate esquizofrénico
invértebrándose a la sombra de su prisa y de sus átomos?
¿Y qué de sus cilicios cotidianos
y el estertor nuclear de las ciudades,
del post mortem del ángel y las nubes
en manos de su empresa y su Aqueronte?
Acaso en una límpida dendrita, por un atajo ya del tiempo,
al cosmos le palpite todavía algún renacimiento,
un arcano con sueños de cristal,
limpios corales a flote entre violetas,
cariátides de espumas luminosas
en donde el viejo homínido fuera tan sólo un signo,
desnudo y solo, probándose de nuevo
los obstinados cromosomas del amor.
Paraná, octubre
de 2016
Abel
Edgardo Schaller
Paraná, Entre Ríos, Argentina
¡Excelente!; gracias Abel Schaller
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Abel.
EliminarMis saludos y mis mejores deseos
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