La separación
En el sueño te vi.
Te vi bajar de un automóvil
blanco con una niña en brazos. Era la entrada a una escuela, no querías llegar
tarde. Una mujer, la madre de la niña, conducía el automóvil que aguardaba en
la puerta. Los niños de uniforme revoloteaban cerca. Había tantos árboles como
en el bosque de Etosha que solíamos recorrer en otoño. Árboles con hojas de
distintos colores que caían sobre nosotros, sobre los niños, sobre el camino
que se perdía a nuestra vista.
Bromeé sobre alguna cosa que
ahora no recuerdo.
De otra forma no habría podido
mirarte a los ojos.
Ni en el sueño.
El origen
Nacerá la criatura.
Será esta tarde de agosto en
que de pronto les aparezca un hijo. Es extraño. Sentir que de pronto pueda ser
de uno u otro, indistintamente.
Dos hombres, en lo más
recóndito y honesto de sí mismos, esperan que esa paternidad no les
corresponda.
Mientras, la mujer parirá una
niña. Sola en el hospital.
Con esa niña y esa duda.
Una certeza rosada y frágil.
La impotencia
Algunas veces, no sé por donde
seguir -confiesa.
- Pues sólo hay que seguir.
Falta pasión para luchar
–dice.
- No es verdad. Las luminarias
en la noche resucitan nombres compañeros y la cara de los asesinos en la
pantalla. Doscientas mil personas se agitan por la avenida, dispuestas a no
olvidar.
- No es suficiente. Mañana los
periódicos dirán diez mil y todo estará como siempre.
Del libro de la
autora: la vida leve. Ediciones
La Carta de Oliver, noviembre 2014
Norma Etcheverry
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