Diez centavos
-La pérdida de su vista es irremediable, lo único que puedo hacer por
usted y solamente por un tiempo limitado es recetarle anteojos como para que
pueda ir por la calle sin llevarse a nadie por delante.
En la mitad de mi vida salgo del oftalmólogo
desanimado, desalentado, desmoralizado, desahuciado y todos los des
imaginables, deambulo por la ciudad sin ningún des a mi favor. Miro gente que
pronto no veré, absorbo los productos de las vidrieras para archivarlos en la
memoria. De pronto veo que en una galería de arte se exhiben pinturas en
miniatura, asombrado por lo que se puede pintar en la cara de una moneda de un
centavo entro a satisfacer la curiosidad, quizás por única vez. Una de las
cincuenta obras realizadas en la cara de una moneda de diez centavos me remonta
a mi pueblo natal, apenas si alcanzo a ver un paisaje de campo en su círculo de
diez y ocho milímetros de diámetro, veo un extenso llano, sembradíos,
alambradas, montes y animales pastando. En primer plano un carro cargado con
gallinas en jaulones camino a la tranquera. Sobre uno de los postes de la
tranquera se ve nítido un nido de hornero con su parejita y la cría. El gaucho
que conduce el carro de boina y pañuelo al cuello sostiene las riendas, y
aunque está de espaldas el artista tuvo la habilidad de hacer girar el pie para
que se le vea una alpargata desflecada, con barro seco en los costados y el
dedo gordo asomado por un agujero y su uña ligeramente larga. El carro va por
un sendero costeado de sauces, a lo lejos, más allá de la tranquera, un rancho
de adobe y junco blanqueado a la cal, a un costado el aljibe y a la sombra de
un ombú el horno de barro y una paisana con un pañuelo rojo con flores blancas
y amarillas le cubre el cabello entrecano, con la pala de madera saca el pan,
uno es de centeno, hasta me parece oler la masa crocante, además, al borde del
horno hay tres figazas con semillas de sésamo como las que mi madre solía
amasar, una pareja de zorzales picotean las migas que cayeron al suelo, y
adentro del rancho un cincuentón sentado en una banqueta de paja estira el
brazo derecho tratando de focalizar su mirada con presbicia en la receta de un
oculista.
Hugo Donvito. La Reja , Moreno, Buenos Aires, Argentina
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Justifica tus limitaciones y te quedarás con ellas.
Richard Bach
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Analía Pascaner