martes, 24 de marzo de 2009

Ormando Aníbal

-Bell Ville, provincia de Córdoba (Argentina)-

Reflejo del Ctalamochita *

Me estás mirando y no ves
tu rostro reflejado en el mío,
mi tez oscura no deja advertir siquiera,
de qué color son tus ojos
o tan largos tus cabellos.

Yo no nací aquí
turbio como me ves,
ni es una sinfonía
el murmullo de mis aguas,
es una voz que clama
ante tantas heridas que tus manos,
producen en mi alma.

En la montaña, soy vertiente cristalina
nacido desde adentro,
de esa tierra tuya y mía.
Viajo entre saltos y rodeos
acariciando piedras, musgos y playas
oxigenando mis entrañas
para dar vida a tu vida.

Yo no invadí tu entorno
fueron los tuyos
que inundaron mis orillas.
No dejes que tus errores
y los pecados de tantos hombres
tiñan así mi cuerpo.

Tócame, rompe con tus manos
el sereno estado de mi cuerpo,
y una sensación de frescura
correrá en tus adentros, aprecia mis sentimientos
esencia inmortal de esta existencia.

Quiero correr al mar
para fundirme en ella
y que el sol me eleve al cielo
para que un día cualquiera
me transforme en lágrimas
que rieguen este suelo.

Tal vez el destino urdiera en ti otra conciencia
y cuando te acerques a mí
en cualquier parte del camino,
esta vez pudiera ser reflejo de tu alma.

……………………* Ctalamochita es el Río Tercero (Córdoba)


Nota del escritor: En 1984, la Legislatura Provincial (…) sancionaba una ley que ordenaba que, desde entonces, en todos los mapas cordobeses y en la enseñanza escolar se debía agregar al nombre de los cinco principales ríos de esta provincia el que le habrían dado los aborígenes. (…) el río Tercero empezó a ser llamado oficialmente también como Ctalamochita (…).


Sentimientos

Solo late este corazón
ya no palpita
resignado pareciera a este destino
que deja en una espera infinita
fragmentada la ilusión de que volvieras.

Humedeciendo los ojos
como un cristal que la lluvia lo golpea,
son borrosas las imágenes afuera
como claros lo recuerdos que te ciegan

La llama encendida que tuviera
no dispersa calor entre mis manos
aunque recorra espacios a mi lado
ya no encuentro la fe que la encendía

La mente a mi razón no la cobija
y en mil pedazos los recuerdos desmoronan
esta historia que de paso la escribieras
arrobando mis sentidos de ventura.

Cada uno sabe cómo duele
a sus adentros la pasión que lo consume
impotente, sumiso a la locura,
me queda sobrellevar esta existencia.

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Pero las grandes desgracias deben contarse en pocas palabras para no revivirlas en el recuerdo.
Luis Franco, del cuento Isidro Sanduay


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