miércoles, 23 de enero de 2013

Oswaldo Roses


-Torremolinos, Málaga, España-


Dios, ¿por qué me has dado luz?,
hubiera preferido algo más práctico
como una de tus palabras tan dulces cara a cara
o un bocadillo de incansable fuerza para variar.

¿Por qué no les das ese puñetazo -aunque sea suavito- a los políticos
y a los poderosos?
¿Por qué no has dado a los pobres un poema de amor?, Dios;
ellos quieren amor y tú lo sabes.

Sí, tanta luz no está mal, ¡vale!; pero hace descubrir demasiado,
demasiado
se ve el dinero y el interés que hay detrás de todo.

Es… sólo por eso, Dios; perdona, perdona que te lo diga,
las justificadas injusticias se ven demasiado claras.


Del desprecio total de ellos a la dignidad

Hasta que se me parta el llanto
busco a quien me abrigue del frío
contra ejércitos de olvido y cielo
no pudiendo más de basta
de ironía a gritos en ondas de delirio y fiebre
no pudiendo más hacia abismos
a través de huesos que se enciegan
que se clavan en noches
sin destino
Hasta que se parta el llanto
buscaré – sí – al amor sedicioso más allá del tiempo
donde un reino resplandecerá de improviso
como la voz de una rosa
como el resquicio de “Aída”
como un relámpago que se ha enamorado de una mota de luz
como la crueldad en ruinas que empalidece ante las arpas decimonónicas
como un secreto de sexos idos
enarbolando
ya
c o r a z ó n
al adiós de los espinos
como un sísmico tributo de caricias que habla
de Dios
de una deserción de los insultos
y todo incontenible hasta el Ganges…
con los besos dando vuelos
con los besos dando lluvias
con los besos dando siempre
siempre siempre esperanzas


Homenaje a Miguel Hernández

Se me cae el alma en la palabra
cuando sólo intento describir tu sencillez,
tu ilusión desconteniéndose de lo hondo, del barro,
tu cuido hortelano de la vida.

Sólo para ser justo lo que aquí se espera
de amor… ¡oh compañero!,
aunque se tenga que jugar
con las herramientas humildísimas de la furia.

Por eso tu sinceridad y tú no se detuvieron,
por eso criaron libertad tus venas,
por eso –nunca- no te tuvieron miedo los sueños.

Para que la voz señale su origen de lo que se desea,
de lo que del pueblo siente,
de lo que cuenta del hombre
que no se conforma con apenas nada.

Para decidir, decidir uno sus asuntos;
para creer uno que se salva
de humillante indignidad o del desprecio.

Por eso fuiste la lumbre irreverente de una vulnerada belleza;
de una belleza, por indoblegable y tan salvaje, de verdad y pura.


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Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos.
Antonio Porchia


2 comentarios:

  1. Buscando el resquicio de la luz sobre las palabras que cantan tantas cosas...poeta...
    "Hasta que se me parta el llanto busco a quien me abrigue del frío contra ejércitos de olvido y cielo"

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    Respuestas
    1. Mi querida Graciela:
      Gracias por tus conceptos.
      Un abrazo
      Analía

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