jueves, 4 de septiembre de 2025

Marcelo Valenti


Tocadas 
con austeros 
pétalos blancos, 
algunas flores virtuosas 
callan el secreto oculto
bajo la falda del sauce. 
El discreto cauce del agua 
se lleva el misterio 
hacia el mar. 


    *  *  * 

No logro perderme. 
Los caminos se cierran 
en sí mismos 
Y la curvatura 
amuralla al jardín. 
Agito y abrillanto 
corolas, 
mi corporeidad se inflama 
de ansias.
He tocado la piedra que otorga, 
en forma inconstante, 
el placer y la condena de la piel. 


   *  *  * 

Con altivez y goce las flores 
se atrincheraron 
en el arriate central. 
Reducido a una mínima expresión de deseo, 
el jardín flotante parecía sufrir 
los embates del ensimismamiento. 
Desde este punto 
los cambios se encaminaban hacia el avance 
y la construcción. 
No apareció, en mis manos, el reflejo de mi rostro, 
todavía. 
Comenzaba mi perpetuación en el jardín, 
con inconmensurables bienes desplegados. 
Mis mandíbulas se aflojaron en una sonrisa cuando
un viento húmedo hizo, al jardín, ascender. 


   *   *  * 

Saturado de serpientes 
que siempre me han obedecido, 
el vigía cae. 
Vacío de brillos queda 
el arcón. 
Ninguna huella de la dirección que
señaló mi índice. 


   *  *  * 

La boca se vuelve vertiente 
bajo los ojos resucitados 
al ritmo 
del vaivén de las margaritas. 
Perenne, 
el recuerdo del jardín 
regresa con efluvios 
de verdor creciente, 
a mis narices. 


   *  *  * 

En saber 
se cifra 
la multiplicidad de los 
sentidos. 
Saber, ¿qué puede ser? 


Poemas pertenecientes al libro del autor: Espejo jardín, 2010 
Marcelo Valenti 
Rosario, Santa Fe, Argentina

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