lunes, 23 de junio de 2025

María José Calatayud Ponce de León

Lluvia 

Llueve despacio. 
Por el vidrio de la estrecha ventana
de este autobús hacia ninguna parte, 
resbala la lluvia. 

Solo veo el agua asomándose a mi interior, 
gotas curiosas 
queriendo explorar mis pensamientos, 
tan heridos como la hondura 
que permite su sollozo en el cristal. 

No quiero ver más allá de la bruma 
que se mueve fuera del autobús. 

Este pequeño mundo 
se hace grande de parada en parada 
cuando renueva otras vidas, 
otros sueños y otros cansancios. 

La luz engañosa de un semáforo 
anuncia un desvaído verdor tornasolado, 
como si recogiera todo el sentimiento 
dejado por tantos pasajeros sin rumbo.

Da igual esta lluvia protectora, 
quizá sirva para limpiar oscuridades 
que viajan de incógnito 
bajo el aliento que cubre una bufanda 
o detrás de los lentes 
mientras se ahúma lo gris de su sopor. 

Bajaré en el próximo silencio 
a encontrarme con la calle desunida 
que ni siquiera llega hasta mi casa. 

Necesito salir de esta agonía 
de verme rodeada de verdades 
escondidas dentro de este autobús, 
que parece rodar hacia lo incierto 
antes de volverse a su principio. 


Gira, gira, girasol 

Sombra de girasol 
de puntas hiriendo las distancias,
amarilla de hambre y soledad 
en ese resquemor de un suelo estéril 
en que se fue a enterrar esa semilla 
que perdió un gorrión enamorado. 

Te regó el rocío de la aurora, 
ese sin nombre que riega lo que encuentra 
para que no te ilusiones con su llanto, 
que no era en exclusiva para ti.

Pero tú aprovechaste cada gota, 
la bebiste con el ansia del deseo 
peleando al colibrí su néctar. 

Y te levantas erguido 
girando con el sol sin un lamento 
a pesar del dolor de tu cintura 
doblada en los ocasos, 
como si el final del día te dañara. 

Y cuando ya cargado de semillas 
no soportes el peso de tus hijos, 
los lanzarás sin miedo a la distancia 
para que busquen su lugar en otras tierras, 
y que pueda por siempre germinar 
la pureza amarilla de tu sangre. 


17 de septiembre 2022 

Esta lluvia 
que cae sin piedad sobre el tejado
para agredir las flores de mi patio, 
y azotar las aceras y fachadas 
como si nunca hubiera llovido de este cielo 
que la parió una tarde con su rabia. 

Tiene la furia que guardó en su nube 
vestida de relámpagos opacos 
como centellas perdidas en su negrura, 
naufragadas en lágrimas sin alma 
que acallaron las voces de los truenos. 

Tengo miedo de este caer sin freno 
sobre una calle convertida en río, 
sobre un río convertido en un torrente 
que mancilla con barro 
el azul de ese mar que se protege 
y lo frena con fuerza en la escollera. 

Qué lucha desigual, 
el agua contra el agua, 
la tierra contra el cielo, 
las olas abrazadas al relámpago, 
la arena sometida a las centellas. 

Esta tarde me siento sumergida 
en una oscuridad sin penitencia, 
donde no existe el norte y su lucero 
y el sur quedó perdido 
en este sin razón de un horizonte 
que no tiene principio ni final. 


Poemas del libro de la autora: Yo soy de tierra. Ed. Letra Maya 2023 

María José Calatayud Ponce de León 
Costa Rica

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