lunes, 23 de junio de 2025

Damián Andreñuk

Sabiduría 

¿A quién debo una plegaria con mis huesos 
para no nacer de nuevo en este mundo?

En el valle del destierro 
crecí junto a las águilas doradas. 

Ayer ignoraba todavía 
que hay reptiles disfrazados de luz. 
Vampiros insaciables como un abismo negro. 
Alimañas despiadadas que escupen a Dios. 
Muchedumbres que veneran a entidades 
que les roban la energía. 
La fosforescencia sombría de la vanidad. 
La polilla estridente de la vanidad. 
Quienes guardan tempestades de rencor. 
Quienes usan la cordialidad 
para ocultar su cobardía. 
Quienes arrasan las divinidades sencillas 
en nombre de una orquídea con pétalos podridos. 
Quienes dicen sin color y crípticamente. 
Quienes nunca ven la magia por mirar con arrogancia. 

Tengo mi voluntad, tengo mi corazón, tengo a Cristo. 
Quiero beber despacio el licor de las pequeñas dichas. 

Sabiduría: vencer el miedo 
                      y “darse cuenta” 


Inocencia y ebriedad 

Escribo para la revelación. 
Para ingresar sin temblores en el fuego. 
Para honrar la inocencia y la ebriedad. 
Para romper los calabozos de la mente. 

Dignidad de boxeador que se levanta. 
De azucenas que se secan sin lamentarse. 

Falso como un hacha de cartón, un espejismo. 
Como un oropel fosforescente. 
Como el palacio frío de la vanidad. 
Como un beso maldecido de Judas. 
Como un coito mecánico. 
Como un poema sin filo ni magia ni pasión.
Como un romance que no fluye. 
Como un amor que no abriga. 

Verdadero como las tempestades en el mar. 
Como la emoción absoluta en la niñez. 
Como todo lo que se hace con coraje. 
Como una espada casi azul. 
Como un sueño. 
Como el grito más rojo del instinto. 
Como los buitres negros del insomnio. 
Como un verso de Bukowski 
u Olga Orozco. 
Como la gloria celeste que se perpetúa. 

Las trincheras del arte protegen de culebras ponzoñosas. 
Nada me acorrala unido a la cruz. 

Escribo para transformar una condena 
en claridades que perduran. 
Para desterrarme las falacias de los miedos. 
Para recordarme los seres que me salvan. 


Versos por Munch

Atardecer de puente y lago 
un camino terrible de inocencia a calavera 
un grito de orfandad por una civilización que no ha podido 
un paseo de personas como espectros 
lucidez que corroe hasta los huesos 
(lucidez sin revancha) 
belleza sepultada 
belleza abrumadora que sólo se advierte desde la quietud 
después del huracán de ruido y drama 
del desfile siniestro de disfraces 
un alma cruza un límite (pierde sus cabales) 
y ruega enajenada con las palmas en la cara 
ya nunca regresar a este planeta. 

*Poema inspirado en la obra 
“El grito”, 
de Edvard Munch 


Versos por El Bosco

A los pies de la cama infectada 
un cofre color ámbar. 
En ese cofre color ámbar 
el ojo que todo lo ve. 
La muerte irrumpe a la hora exacta. 
Cruza el umbral con su vestido blanco 
sin plumas ni flores ni cuernos. 
Es el momento de la última cosecha. 
Un roedor encapuchado se lleva los tesoros falsos.
Combate contra la avaricia envejecida. 
Y un demonio agazapado insiste en corromper. 
Y un ángel enviado insiste en que lo soliciten. 

Un puente de egoísmo hacia un páramo muy frío. 
Un temor maldecido oprime la conciencia 
y se pierden las más bellas claridades. 

La crueldad es el caos. 
La buena intención la simetría. 

Dicha que se tambalea 
sobre la cuerda floja de este mundo 
enjambre de apetitos superfluos
mapa de cicatrices profundas 
cicatrices que encienden una antorcha 
o escupen un veneno funesto. 

*Poema inspirado en la obra 
“La muerte de un avaro”, 
de El Bosco, 1494 


Damián Andreñuk 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

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