A Rodolfo Braceli
Sigo los latidos de la tierra.
Tengo suerte de poder gozar la vida.
¿Cuántas almas habrá por la ciudad
que caminen asombradas por esta lluvia infinita?
Hoy me siento una gota de rocío,
un pájaro con alas de guitarra,
una danza en el agua,
un colibrí volando en tu mirada.
Hoy la vida brilla
en la sombra de los cerros
y en los ojos del rocío
que me mira de reojo
reposando en los frescos jazmines
que convidan sus aromas
a la danza de la lluvia.
Todo es vida aquí,
en este momento.
Y yo camino.
Soy un escritor descalzo.
Desnudo veo al mundo
y el mundo se me entrega.
Hoy se trata tan solo
del camino,
de convidar las voces
de escritores desnudos
que la memoria no quiere
que se olviden.
La dicha de cantar por las mañanas
una esperanza nueva
se consigue
caminándose la lluvia.
Y así, desnudo
de los pies a la cabeza
espero
el abrazo necesario,
el que esperé
de dios
y se ha olvidado
y me lo ha dado la lluvia,
compañera.
Y luego me abrazo
al milagro
de un poema,
a los besos desnudos
de los árboles,
a ese camino
que siempre me camina.
Hay aroma
en la tinta,
hay colores,
una nube camina
por el pulso,
hay un goce
tan amplio
que refresca
la lluvia,
que me guía el camino.
Luis Vilchez
Juana Koslay, San Luis, Argentina
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